LECCIONES DE ORIENTE

J. M. Fernández Outeiral

"Aquí tengo un ramillete de flores escogidas; nada hay en él mío, sino el cordón que las ata. Romped el cordón, hacedlo pedazos si os parece. En cuanto al ramillete de hechos, jamás seréis capaces de destruirlo. Todo lo que podéis es ignorarlos y nada más”.
Michael de Montaigne

Como siempre, al empezar, te recuerdo lo que dijo Michael de Montaigne: estas flores no son mías; las he reunido para ti y tan solo el lazo que las une me pertenece.

Mi estado actual de evolución apenas me permite vislumbrar lo que es la Mente Superior (Manas). Para todo lo demás, debo apoyarme en mis Maestros de Sabiduría. Los Maestros que viven permanentemente en ese "estado" alcanzan a ver lo que es el Alma (Buddhi), y aquellos que viven permanentemente en Buddhi vislumbran el Espíritu (Atma). Al parecer, nadie conoce lo que es Atma hasta que se funde con el TODO. Y no se puede volver atrás para contarlo.

No te sorprendas si uso el plural mayestático. Cierto conocimiento me lleva a afirmar que nuestro cuerpo es la morada donde vive nuestra parte inmortal, imperecedera y eterna: nuestro Yo, Ego, Alma... puedes llamarlo como prefieras.

"La verdad es más extraña que la ficción, pero esto se debe a que la ficción está obligada a atenerse a la probabilidad; la verdad no".
Mark Twain

La auto-conciencia o conciencia de uno mismo es algo que podemos entender fácilmente, pero que resulta difícil de definir con precisión. Podríamos decir que, sin la conciencia de sí mismo, el ser humano puede adquirir conocimiento, pero solo a través de esta conciencia es capaz de saber que sabe.

El progreso del ser humano hacia una comprensión más elevada y completa de un Poder Supremo o Divino no proviene del intelecto. Aunque el intelecto razona sobre las impresiones que recibe y trata de organizarlas en sistemas, credos o cultos, no es el origen de nuestro sentido creciente de fraternidad y conexión entre los seres humanos. La Mente Inferior (Kama-Rupa) tampoco nos proporciona ese sentido cada vez mayor de hermandad. El ser humano es más bondadoso que antes, no porque el intelecto le enseñe el valor de la bondad y el amor, ya que nadie se vuelve amable o afectuoso a través del frío razonamiento. Por el contrario, lo hace porque dentro de él surgen ciertos impulsos y deseos de un origen desconocido que le impiden actuar de otra manera sin sentir incomodidad o sufrimiento. Estos impulsos son tan reales como cualquier otro deseo o motivación, y a medida que el ser humano evoluciona, se vuelven más numerosos y fuertes.

Si observamos el mundo de hace algunos siglos y lo comparamos con el de hoy, veremos cuánto más compasivos y afectuosos somos ahora que en aquella época. Sin embargo, no debemos alardear de ello, ya que para las generaciones futuras, probablemente parezcamos bárbaros debido a la crueldad y brutalidad que aún mostramos hacia nuestros semejantes.

La Mente Superior (Manas) es también la fuente de la inspiración que, a lo largo de los tiempos, han recibido poetas, pintores, escultores, escritores, predicadores y oradores, y que siguen recibiendo hoy en día. De esta fuente obtiene su visión el vidente y su previsión el profeta. A lo largo de la historia, muchos se han concentrado en altos ideales y han recibido de esta fuente conocimientos extraordinarios, atribuyéndolos a seres de otro mundo, como ángeles, espíritus o incluso a Dios mismo. Pero en realidad, todos estos conocimientos provenían de su ser interior, era la voz de su Mente Superior hablándoles.

Esto no significa que el ser humano no reciba comunicación alguna de otras inteligencias. Sabemos que las inteligencias superiores se comunican a menudo con el hombre a través del canal de su Mente Espiritual, pero muchos de los conocimientos que se atribuyen a fuentes externas, en realidad, provienen de la propia persona. A través del desarrollo de su Conciencia Espiritual, el hombre puede establecer una conexión profunda con esta parte superior de su naturaleza, lo que le permitirá adquirir un conocimiento que el intelecto ni siquiera ha soñado.

Todos hemos oído hablar de milagros, e incluso conocemos alguno, entendiendo por milagro aquello que la ciencia no puede explicar racionalmente. La mayoría de ellos se atribuyen a algún ser omnipotente, aunque nunca se ha podido demostrar tal intervención. Sin embargo, algo es indudable: en todos los milagros ha estado presente al menos un ser humano. ¿Acaso alguien conoce algún milagro en el que no hubiera intervención humana?

De esta forma, el hombre también puede acceder a ciertos poderes psíquicos elevados, pero estos poderes rara vez se obtienen hasta que uno ha superado las atracciones más bajas de su naturaleza, pues de no ser así, el ser humano podría utilizar estos dones para fines egoístas o banales. Solo cuando el deseo de obtener poder personal desaparece, esos poderes llegan a él. Tal es la Ley.

Para muchos, la Mente Espiritual se desarrolla de manera gradual y lenta. Aunque una persona pueda sentir un crecimiento constante en su conocimiento y conciencia espiritual, es posible que no experimente ningún cambio notable o sorprendente. Otros, sin embargo, han vivido lo que se conoce como momentos de "Iluminación".

Estas experiencias varían significativamente según el grado de desarrollo de la persona, su preparación previa, su temperamento, entre otros factores. Sin embargo, hay ciertas características comunes a todos. Para algunos, estas experiencias se manifiestan como un sentimiento profundo y reverente que se apodera de ellos por unos momentos o incluso por más tiempo. Otros las describen como un sueño, acompañadas de una sensación de elevación espiritual y rodeados por una luz o luminosidad brillante que lo impregna todo. He narrado mi experiencia personal al respecto en otra cominicación.

Cuando estas experiencias llegan, dejan a la persona en un nuevo estado mental, y después de ello, nunca vuelve a ser la misma.

En las antiguas escrituras de los filósofos de todas las culturas, en las canciones de los grandes poetas de todos los pueblos, y en las oraciones de los profetas de todas las religiones y épocas, podemos encontrar rastros de esta iluminación que llegó a ellos: el desarrollo de la Conciencia Espiritual. Cada uno lo ha expresado de manera diferente, pero en el fondo, todos cuentan la misma historia. Quien haya experimentado esta iluminación, aunque sea en pequeña medida, como es mi caso, reconocerá de inmediato esa experiencia en los relatos, canciones o sermones de otros, aunque los separen siglos de distancia. Es la canción del Alma, una vez escuchada, jamás olvidada.

El poeta Walt Whitman sabía bien lo que quería decir cuando, en versos toscos pero profundos, intentaba describir sus extrañas experiencias:

"Como en un desmayo, un instante,
Otro sol inefable, pleno me deslumbra,
Y todos los astros que conocí, y astros más luminosos, desconocidos,
Un instante de la tierra futura, la tierra celestial."

Y al despertar de su éxtasis, exclamaba:

"No puedo estar despierto,
Porque nada me parece como era antes,
O tal vez estoy despierto por primera vez,
Y todo lo de antes solo ha sido un pobre sueño."

Del mismo modo, Santa Teresa de Jesús lo expresó con estas palabras:

"Vi a un ángel junto a mí, hacia el lado izquierdo, en forma corporal... No era grande, sino pequeño, muy hermoso, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles más elevados, como si todos se abrasaran... Le veía en las manos un dardo largo de oro, y al final del hierro parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meterlo por el corazón algunas veces y que me llegaba hasta las entrañas: al sacarlo, me parecía que las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en un gran amor de Dios. El dolor era tan grande que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que no deseaba que se quitara. Ni el alma se conformaba con menos que con Dios. No era dolor corporal, sino espiritual, aunque el cuerpo participaba algo, y bastante. Era un requiebro tan suave que pasaba entre el alma y Dios, que yo suplico a su bondad lo dé a probar a quien piense que miento... Los días que duraba esto, andaba como embobada; no quería ver ni hablar, solo abrasarme en mi pena, que para mí era mayor gloria que cualquiera creada."

Santa Teresa añade una de las expresiones más bellas que la mística nos ha dejado:

"Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero."

Estas palabras de Whitman y Santa Teresa son diferentes manifestaciones de la misma verdad interior: ese estado espiritual elevado que trasciende las palabras y que ilumina al alma, haciéndola sentir una conexión profunda con algo divino e inefable.

Recordemos nuestra condición septenaria, que describe la composición completa del ser humano:

1.Cuerpo Físico, o Rupa 

2.Vitalidad, o Prana-Jiva

3.Cuerpo Astral, o Linga-Sarira

4.Mente Inferior, o Kama-Rupa (Pasiones y Deseos)

5.Mente Superior, o Manas

6.Alma, o Buddhi

7.Espíritu, o Atma

Los términos en sánscrito, son los equivalentes exactos de los términos que utilizamos en castellano. Se consideran los más precisos para describir lo que realmente somos. Esta clasificación sigue siendo válida en la actualidad para todos los fines prácticos, aunque es susceptible de modificaciones y ajustes. Por ejemplo, una modificación que coloque al Cuerpo Astral en segundo lugar en lugar del tercero no altera sustancialmente la estructura básica.

Esta clasificación proporciona una visión mucho más completa de lo que es el ser humano, en contraste con la descripción vaga de "cuerpo y alma". Además, desafía abiertamente el concepto materialista que sostiene que la mente es un mero producto del cerebro, es decir, una parte más del cuerpo.

Desde otra perspectiva, podemos decir que el hombre inferior es un ser compuesto, mientras que su verdadera naturaleza es una unidad o ser inmortal. Esta unidad incluye una trinidad compuesta por el Espíritu, el Alma y la Mente Superior, que necesita de cuatro instrumentos inferiores y mortales para poder interactuar con la materia y adquirir la experiencia que la naturaleza ofrece.

A esta Trinidad se le denomina, en sánscrito:

Atma – Espíritu

Buddhi – Alma (la facultad más elevada del intelecto, aquello que discierne y juzga)

Manas – Mente Superior

Esta triple combinación es el hombre real, y es probable que esta doctrina sea el origen de la enseñanza teológica sobre la Trinidad en el cristianismo, que refiere al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Por otro lado, los cuatro instrumentos o vehículos inferiores son los siguientes:

Pasiones y Deseos – Mente Inferior (Kama-Rupa)

Principio de Vida – (Prana o Jiva)

Cuerpo Astral – (Linga-Sarira)

Cuerpo Físico – (Rupa)

Estos cuatro constituyentes inferiores son transitorios y, por su naturaleza material, están destinados a desintegrarse y separarse entre sí. Cuando llega el momento de su disolución, la combinación de los cuatro ya no puede mantenerse unida, lo que resulta en la muerte del cuerpo físico. Los átomos que componen cada uno de estos cuatro elementos comienzan a separarse, y la combinación completa deja de servir como instrumento del verdadero ser humano.

Este proceso es lo que nosotros, los mortales, llamamos "muerte", pero en realidad no es la muerte para el hombre real, que es imperecedero, inmortal y eterno. Es por esta razón que se le llama la Tríada o Trinidad inmortal, mientras que los otros cuatro vehículos son conocidos como el Cuaternario, o los Cuatro Mortales.

Quizás la mejor manera de entender los aspectos generales y los fenómenos de lo que somos y lo que seremos, sea imaginar un viaje a esos mundos, guiado por un Maestro de Sabiduría. Así que te proponemos emprender este viaje en tu imaginación, con un guía experto que te acompañará, suponiendo que has avanzado considerablemente en tu progreso espiritual, ya que de otra manera, ni siquiera el guía podría llevarte lejos sin métodos heroicos y raros que tal vez no sean apropiados en tu caso. ¿Estás listo/a para tu viaje? Muy bien, aquí está tu guía.

Relajado/a, entras en un estado de silencio mental, acallando el diálogo interno, y de pronto te das cuenta de que has abandonado tu cuerpo físico. Ahora ocupas solo tu Cuerpo Astral. Estás de pie junto a tu cuerpo físico, que yace dormido en la cama, y notas que sigues conectado a él por medio de un hilo plateado brillante, similar a una telaraña luminosa. Sientes la presencia de tu guía, quien también ha dejado su cuerpo físico y aparece en forma astral. Su figura, algo vaporosa, tiene la forma de un cuerpo humano, pero puedes ver a través de él, y se mueve con facilidad a través de objetos sólidos.

El guía toma tu mano y te dice: “Ven”. Un instante después, has salido de tu habitación y te encuentras flotando sobre la ciudad o lugar donde vives, como una nube de verano. De repente, sientes miedo a caerte, y en cuanto ese pensamiento entra en tu mente, comienzas a hundirte. Pero tu guía coloca una mano debajo de ti y te sostiene, mientras te dice:

— Entiende que no puedes hundirte a menos que tengas miedo de hacerlo. Mantén el pensamiento de que flotas, y así será.

Sientes alivio y te maravillas al darte cuenta de que puedes flotar a voluntad, moviéndote aquí y allá según tu deseo. Mientras vuelas sobre la ciudad, observas algo fascinante: enormes nubes de pensamientos que se elevan como grandes columnas de humo, desplazándose y estableciéndose en diferentes zonas. También ves algunas nubes más ligeras y vaporosas que parecen dispersar las más oscuras cuando entran en contacto con ellas.

Aquí y allá, percibes delgadas líneas brillantes, como chispas eléctricas que se mueven rápidamente por el espacio. Tu guía te explica que estos son mensajes telepáticos que se transmiten de una persona a otra, cargados de Prana, lo que les otorga ese brillo luminoso. A medida que desciendes hacia la tierra, te das cuenta de que cada persona está rodeada por un campo de energía ovoide, o aura, que refleja su pensamiento y estado mental predominante, con colores que varían según el tipo de pensamiento.

Algunas auras son hermosas, radiantes, mientras que otras son oscuras, humeantes, con destellos de luz roja. Estas últimas te causan dolor al verlas, pues revelan pensamientos groseros, bajos y animales que, debido a tu estado astral, te afectan de manera más intensa. Has adquirido una mayor sensibilidad estando fuera de tu cuerpo físico. Sin embargo, no hay mucho tiempo para detenerte, ya que tu viaje es breve, y tu guía te indica que sigas adelante.

No parece que hayas cambiado de lugar en el espacio, pero todo a tu alrededor luce diferente, como si una fina cortina de gasa hubiera sido levantada, revelando una nueva realidad. Ya no ves el mundo físico con sus fenómenos astrales; en su lugar, te encuentras en un mundo extraño y nuevo, una tierra de formas inusuales.

A tu alrededor flotan "cascarones" astrales, cuerpos astrales desechados por aquellos que los abandonaron al morir. No son agradables a la vista, y te apresuras a seguir a tu guía. Antes de dejar esta segunda antesala hacia el verdadero mundo astral, tu guía te indica que te relajes y te prepares para dejar atrás tu Cuerpo Astral. Para tu sorpresa, te encuentras deslizándote fuera de él, abandonándolo en este plano, donde flotan los cascarones. Sin embargo, sigues conectado a él por un cordón de seda, el cual a su vez está unido a tu cuerpo físico, que para este punto ya has casi olvidado, pero al que todavía permaneces vinculado a través de estos lazos sutiles e invisibles.

Avanzas ahora con un nuevo cuerpo, o más bien con un traje interno de materia etérea, como si te hubieras despojado de una capa tras otra, pero el TÚ esencial permanece inalterado. Sonríes al recordar que alguna vez creíste que el Cuerpo Físico era "tú". El plano de los cascarones astrales se desvanece, y te encuentras en una gran sala llena de formas que parecen dormir en paz y reposo. Las únicas formas en movimiento son las de seres de esferas superiores que han descendido a este plano para realizar tareas en beneficio de sus hermanos más humildes.

De vez en cuando, observas cómo alguno de estos durmientes muestra signos de despertar, y de inmediato varios de estos bienhechores se acercan a él. Juntos parecen desvanecerse hacia algún otro plano. Lo más asombroso de esta región es que, cuando un durmiente despierta lentamente, su Cuerpo Astral se desliza fuera de él, de manera muy similar a como lo hizo el tuyo. Luego, el cuerpo astral sale de ese plano y se dirige al lugar de los cascarones, donde comienza a desintegrarse gradualmente, volviendo a sus elementos originales.

Este cascarón astral desechado ya no está conectado ni al Cuerpo Físico del alma, que ha sido enterrado o incinerado, ni al Alma (la Tríada inmortal), que ya lo ha descartado y dejado atrás definitivamente. En tu caso, la situación es diferente: solo has dejado temporalmente tu Cuerpo Astral en la antesala y volverás pronto a reanudar su uso.

Tu viaje continúa, y esta nueva perspectiva te revela la naturaleza transitoria de los cuerpos y los planos en los que habitan. El alma inmortal sigue su curso, mientras los cuerpos que utiliza en cada plano se descartan uno tras otro, como vestimentas que se dejan atrás cuando ya no son necesarias.

La escena cambia de nuevo y te encuentras en las regiones donde las Almas despiertas habitan. Sigues de cerca a tu guía mientras observas que, a medida que las Almas despiertan, van dejando caer una capa tras otra de sus Cuerpos Mentales, esas formas etéreas superiores. Te das cuenta de que, cuanto más te acercas a los planos superiores, tu propia sustancia se vuelve más ligera y sutil. Sin embargo, cuando regresas a los planos inferiores, percibes que tu esencia se vuelve más densa, aunque sigue siendo mucho más refinada que el Cuerpo Astral e infinitamente más delicada que el Cuerpo Físico.

Lo que te llama la atención es que cada Alma despierta en un plano específico, y tu guía te explica que este plano particular está determinado por el progreso espiritual que el alma ha alcanzado en sus vidas anteriores, ya que ha tenido muchas encarnaciones terrenales. Es prácticamente imposible que un Alma avance más allá del plano que le corresponde por su desarrollo, pero las Almas que están en planos superiores pueden descender libremente para visitar los planos inferiores. Esta no es una ley arbitraria, sino una Ley de la Naturaleza.

Tu guía te ofrece una metáfora: es como una gran criba que separa los diferentes tipos de carbón. El carbón más grueso se queda en la primera criba, mientras que el más pequeño pasa a través de las capas, llegando a las de tamaño más fino. Así, el Alma con más materialidad queda atrapada en los planos inferiores, mientras que las Almas más evolucionadas, al haberse desprendido de sus envolturas más densas, pueden moverse libremente entre los planos inferiores y superiores.

Estas Almas elevadas suelen descender a los planos inferiores para visitar y ayudar a amigos o a seres queridos. A través de su consejo y guía, pueden brindar consuelo y asistencia espiritual. Algunas Almas altamente desarrolladas deciden dedicar su tiempo a servir en los planos inferiores, renunciando a su descanso y desarrollo personal para cuidar de otros.

Sin embargo, hay una excepción a esta libre circulación: las Almas de los planos más bajos no pueden entrar en el plano de los durmientes. Este plano, reservado para aquellos que están en un estado de letargo espiritual o descanso profundo, solo es accesible para las Almas más puras y elevadas. Es un estado separado y distinto del resto de los planos.

Intrigado, le preguntas a tu guía:

A primera vista, parece que solo los seres altamente espiritualizados disfrutan plenamente de un estado espiritual. ¿Qué pasa con las personas que son moralmente buenas pero no están espiritualizadas? ¿Cómo pueden adaptarse a una existencia espiritual?

El guía responde:

En el nuevo mundo, o Devachán (Paraíso), hay muchos estados diferentes de felicidad, tantos como matices de percepción en la Tierra. Cada Alma crea su propio paraíso, un escenario que refleja sus deseos más elevados y su capacidad de apreciar dicha recompensa. Este paraíso no es algo impuesto, sino creado por el mismo Ego, y está lleno de eventos y personas que se esperaría encontrar en esa esfera de beatitud.

Continúa explicando que esta variedad en el Paraíso es la que guía al Ego personal hacia su próximo renacimiento, en condiciones mejores o peores, dependiendo del progreso espiritual que haya alcanzado. Las Almas despiertan exactamente en el plano que les corresponde, rodeadas de mentes afines, y continúan persiguiendo aquello que su corazón deseaba en la vida terrenal. Durante esta estancia en el Devachán, el Alma puede hacer avances significativos, y al renacer, estará mejor preparada para dar un gran paso adelante en comparación con su encarnación anterior.

Tu guía te recuerda que hay innumerables planos y sub-planos, y cada Alma tiene la oportunidad de desarrollarse al máximo de su capacidad en ese particular período de evolución. Sin embargo, no todas las Almas aprovechan esta oportunidad. Algunas, influenciadas por su naturaleza más material, prefieren gastar su tiempo en los planos inferiores, sin crecer espiritualmente. Estas Almas no logran aprovechar plenamente su estancia en el nuevo mundo y, cuando renacen, regresan casi en la misma condición que en su última vida terrenal, teniendo que aprender nuevamente las lecciones que no lograron asimilar.

Los planos más bajos de este mundo están llenos de Almas subdesarrolladas, que viven de manera similar a como lo hacían en la Tierra, recreando sus antiguos deseos y hábitos. Para estas Almas, su única posibilidad de progreso es consumir esos deseos terrenales hasta agotarlos, lo que puede llevarlas a desear cosas más elevadas en su próximo renacimiento.

Estas Almas más groseras no pueden visitar los planos superiores, y se mantienen cerca de los planos inferiores, como el de los cascarones astrales. Se acercan tanto al plano material que pueden ser conscientes de lo que sucede en la Tierra, especialmente cuando las condiciones están en sintonía con sus deseos. Aunque pueden ver la vida terrenal, no pueden participar activamente en ella, lo que les provoca frustración y sufrimiento. En algunas ocasiones, estas Almas pueden influir en personas que están bajo el efecto del alcohol u otras drogas, alimentando sus deseos a través de esos individuos.

Tu guía menciona que este fenómeno explica, en parte, por qué los países con pena de muerte suelen tener mayores índices de criminalidad, ya que los criminales ejecutados atraen a estas Almas bajas, que se ven atrapadas en el ciclo de vida terrenal y reencarnan rápidamente en condiciones similares.

Finalmente, te asegura que aunque algunas Almas parecen quedarse atrapadas en estos ciclos de materialidad, nunca retroceden completamente. Incluso las Almas más atrasadas logran hacer pequeños avances en cada vida, aunque el progreso sea lento, siempre hay una mejora, por mínima que sea.

Al avanzar menos apegadas a la vida terrenal y teniendo tantas oportunidades para progresar, las Almas en los planos superiores tienden a pasar más tiempo en el Devachán. La regla general es que cuanto más elevado es el plano, más larga es la estancia y el descanso. Sin embargo, tarde o temprano, el Alma termina por aprender completamente su lección y siente el deseo de avanzar, algo que solo puede lograrse con la experiencia y la actividad de una nueva vida terrestre.

Por la fuerza de sus propios deseos, nunca en contra de su voluntad, el Alma es lentamente atraída hacia la corriente del renacimiento. En ese estado de ansia por una nueva encarnación, es ayudada a llegar al plano de la sala del letargo, donde cae en un sopor del Alma. Es entonces cuando comienza a "morir" al mundo del Devachán, preparándose para renacer en una nueva vida terrenal que se adapta a sus deseos, necesidades y nivel de desarrollo en ese momento particular. El Alma no despierta completamente en el momento del nacimiento físico; su despertar es gradual y se evidencia durante los primeros años de infancia, cuando la inteligencia del niño comienza a manifestarse poco a poco, y el cerebro se ajusta a las demandas que se le hacen.

Tu guía te ha mostrado todo esto, dándote ejemplos concretos. Has tenido la oportunidad de encontrarte y conversar con amigos y seres queridos que han dejado sus cuerpos físicos y ahora ocupan algunos de los planos por los que has pasado. Te sorprende ver cómo estas Almas actúan y hablan como si su vida fuera la única real, y muchas de ellas incluso creen que has venido desde algún mundo externo.

Has notado que las Almas en cada plano conocen más o menos los planos inferiores, pero a menudo no tienen consciencia de los que están por encima de ellas, salvo en el caso de las Almas de los planos superiores que han despertado a una comprensión consciente de su existencia. Estas Almas más elevadas son conscientes de que están en una etapa de aprendizaje y que el propósito es ascender espiritualmente. Por otro lado, las Almas en los planos más bajos parecían ser en gran parte inconscientes del verdadero significado de su existencia, ya que aún no habían despertado plenamente a la fase espiritual consciente.

También te has dado cuenta de lo pocos cambios que muchas de estas Almas han experimentado desde su estancia en la Tierra. No parecen haber adquirido un conocimiento mucho mayor sobre los asuntos espirituales o las realidades ocultas que cuando estaban vivas físicamente.

En los planos más bajos, encontraste a un viejo amigo que, durante su vida terrenal, había sido un materialista convencido. No parecía comprender que estaba "muerto" y creía que, debido a alguna catástrofe natural, había sido transportado a otro planeta o mundo físico. Seguía siendo tan combativo como siempre, defendiendo su argumento de que "con la muerte todo acaba". Incluso se encolerizó cuando los visitantes de las esferas superiores le dijeron quiénes eran y de dónde venían. Los llamó pícaros e impostores, y les exigió pruebas de la existencia de sus supuestas "esferas superiores". Para él, las apariciones y desapariciones súbitas de estas entidades no eran más que fenómenos físicos propios de este nuevo planeta en el que creía estar viviendo.

Mientras lo dejabas atrás, insultándote por estar de acuerdo con los "impostores" y "visionarios" que, según sus palabras, no eran "mejores que los espiritualistas del viejo mundo", te sentiste incómodo y le suplicaste a tu guía que te llevara a las esferas más altas.

Con una sonrisa, tu guía respondió:

— Te llevaré hasta donde puedas llegar.

Este intercambio te recordó la resistencia que algunas Almas enfrentan para aceptar su situación, atadas todavía a sus creencias materialistas y a la percepción limitada que tenían en la Tierra. Ahora, te preparabas para adentrarte en los planos superiores, donde el conocimiento y la comprensión trascienden las limitaciones de los planos inferiores, y donde solo aquellos que están listos pueden avanzar.

Y entonces, tu guía te condujo a un plano que parecía alinearse perfectamente con tus deseos, aspiraciones, gustos y nivel de desarrollo. Al llegar allí, el lugar te resultaba tan placentero y perfecto que le pediste que te permitiera quedarte, en lugar de devolverte a la Tierra. Sentías que habías alcanzado el "séptimo cielo" en ese mundo. Sin embargo, él insistió en que debías regresar, pero antes de iniciar el retorno te dijo algo que te sorprendió: aún te encontrabas en uno de los sub-planos de los planos comparativamente más bajos.

Tú dudabas de sus palabras y, como tu amigo materialista, le pediste que te mostrara cosas mayores. Él respondió con calma:

— No, hijo mío. Has progresado justo hasta donde tus limitaciones te lo permiten. Este es el nivel que alcanzas en esta "otra vida" cuando te separes de tu cuerpo, a menos que consigas desarrollarte más para alcanzar un grado superior. Has llegado hasta aquí, pero no puedes ir más lejos en este momento.

Entonces te dijo algo que te hizo reflexionar profundamente:

Tienes tus limitaciones, así como yo tengo las mías, y más allá de aquí, todavía hay planos superiores a los que ni siquiera yo puedo acceder. Ningún Alma puede viajar más allá de sus propios límites espirituales.

Después de un momento de silencio, tu guía continuó:

— Pero, más allá de tu plano y del mío, existen planos tras planos, conectados con nuestra Tierra, y hay innumerables planos cuyos esplendores el hombre no puede concebir. De la misma manera, existen muchos planos alrededor de otros planetas de nuestro sistema, y millones de otros mundos. Hay sistemas de universos así como hay sistemas de planetas, y más allá de eso, grupos aún mayores de estos sistemas. Y así se continúa, hasta alturas inconcebibles. Una infinidad de infinidades de mundos se extiende ante nosotros. Nuestro mundo, nuestra cadena planetaria, nuestro sistema solar y los sistemas de sistemas solares, no son más que granos de arena en la vastedad infinita del cosmos.

Ante estas revelaciones, exclamaste con asombro:

— ¿Qué soy yo, un pobre mortal, perdido entre toda esta inconmensurable grandeza?

Tu guía, con una expresión serena, respondió:

Tú eres lo más precioso: un alma viviente. Si tú fueras destruido, el sistema entero de universos se desmoronaría, porque tú eres tan necesario como la parte más grande de él. El Todo no puede existir sin ti. Tú no puedes perderte ni ser destruido; eres una parte intrínseca del Todo y eres eterno. Tu destino es convertirte en uno de los Espíritus de Luz que he mencionado, para seguir subiendo más y más.

Con un creciente sentido de admiración, preguntaste:

— Y más allá de todo esto que me has mostrado, ¿qué hay? ¿Cuál es el centro de todo?

El rostro de tu guía se iluminó con una expresión de éxtasis, y respondió:

El ABSOLUTO, EL CREADOR — con el que, al final, te fundirás. Ese es tu destino más elevado. Tu destino supremo.

Finalmente, cuando volviste a tu cuerpo físico, justo antes de que tu guía se desvaneciera, le hiciste una última pregunta:

— ¿Cuántos millones de kilómetros fuera de la Tierra hemos viajado, y cuánto tiempo hemos estado fuera?

Con una sonrisa, él respondió:

Nunca dejaste la Tierra. Tu cuerpo apenas estuvo solo por un instante. El tiempo y el espacio no pertenecen a esos mundos.

No hemos tratado de imponerte ninguna concepción de la Verdad con la que no estés de acuerdo o que no armonice con tus propias creencias. Te ofrecemos la libertad de tus propias convicciones, prefiriendo que aceptes solo aquello con lo que puedas resonar y dejando de lado lo que no consideres necesario en este momento. Nuestro objetivo es simplemente esbozar el concepto, tan claro y sencillamente como sea posible, para que entiendas la teoría. Si la aceptas o no como verdad, eso es algo que no nos concierne. Si es verdad, seguirá siendo verdad, independientemente de lo que tú pienses. La creencia o incredulidad no cambia las cosas.

Sin embargo, no compartimos la idea de que alguien deba ser castigado por no creer o premiado por creer. Consideramos que creer o no creer no es una cuestión de voluntad, sino de crecimiento y comprensión. Por lo tanto, no sería justo que alguien sea castigado o recompensado por sus creencias. Vemos bondad y verdad en todas las formas de pensamiento y en cada concepto de la verdad, y nunca culpamos a nadie por no estar de acuerdo con nosotros. No tenemos dogmas establecidos y no te pedimos que aceptes como artículo de fe todo lo que decimos. Nuestro consejo es:

"Toma lo que te atraiga y deja lo que no necesites por ahora. Regresa cuando sientas que estás listo para lo que antes no te pareció necesario. Así, con el tiempo, irás absorbiendo todo lo que tenemos para ofrecerte. No te esfuerces en aceptar verdades que aún no te resultan digeribles, porque cuando llegue el momento de recibirlas, te serán placenteras y naturales para tu mente. Toma lo que te sirve, deja lo que no, pero nunca temas que algo que te pertenece por derecho de comprensión te será negado."

Con esta base, podemos continuar.

Cuando el Ego (es decir, la Tríada inmortal) abandona el cuerpo al momento de lo que llamamos muerte, deja atrás los principios inferiores y pasa a estados más elevados, que ahora consideraremos. Primero, el Ego deja atrás el Cuerpo Físico, que está compuesto por millones de células vivas, pequeñas vidas con un fragmento de inteligencia y una reserva de prana (fuerza vital), controladas por la Mente del hombre. Estas células tienen un cuerpo material y, en conjunto, forman todo el cuerpo físico del ser humano.

Cuando ocurre la muerte, el Ego abandona este cuerpo material, que ha usado durante ese periodo particular de vida. Las células comienzan a separarse y dispersarse, y lo que llamamos descomposición se instala. La fuerza que las mantenía unidas desaparece, y las células quedan libres para formar nuevas combinaciones. Algunas de ellas son absorbidas por las plantas de los alrededores y, eventualmente, pueden pasar a formar parte del cuerpo de algún animal que se haya alimentado de esas plantas, o de algún humano que consuma esa planta o el animal.

Debes entender que estas pequeñas células vivientes no tienen ninguna conexión con el verdadero Alma o Ego del hombre. No son más que sus antiguas sirvientes, y no tienen relación alguna con su conciencia. Otros átomos pueden permanecer en el suelo durante algún tiempo, hasta ser absorbidos por otra forma de vida que necesite alimento. Así, el Cuerpo Físico regresa al ciclo natural, mientras que el Alma sigue su camino hacia planos superiores, liberada de los elementos materiales.

Como dijo un gran escritor:
“La muerte no es sino un aspecto de la vida, y la destrucción de una forma material no es sino el preludio de la construcción de otra.”

Desde el momento en que el Ego abandona el cuerpo físico, y se elimina la influencia de la Mente rectora de las células que componen ese cuerpo, reina entre ellas el desorden. Las células, que durante la vida trabajaban en armonía bajo las órdenes de la mente del hombre, se convierten en un ejército desorganizado. Cada una busca escapar de la confusión, desintegrándose poco a poco. Durante la vida, su misión era colaborar en conjunto, pero tras la muerte, su único objetivo parece ser separarse y seguir su propio camino.

Primero, los grupos de células se dividen entre sí. Luego, cada grupo se fragmenta en grupos más pequeños, y así sucesivamente, hasta que cada célula individual queda aislada, tomando su propio rumbo, o siendo absorbida por alguna otra forma de vida que la necesita. Como otro escritor lo describió:

“El cuerpo nunca está más vivo que cuando está muerto; pues está vivo en todos sus componentes y muerto en su totalidad.”

Cuando el Ego se separa del cuerpo físico en el momento de la muerte, el prana (la fuerza vital) ya no está bajo el control de la mente. Ahora, solo responde a los átomos individuales que formaban el cuerpo. A medida que el cuerpo físico se desintegra en sus elementos originales, cada átomo retiene suficiente prana para mantenerse vital y formar nuevas combinaciones. El prana no utilizado regresa al almacén universal de donde proviene.

El Cuerpo Astral acompaña al Ego cuando abandona el cuerpo físico. Este cuerpo astral, como recordarás, es una contraparte exacta del cuerpo físico, pero compuesto por una materia más fina, invisible a la vista ordinaria, aunque puede ser percibido por aquellos con clarividencia o con visión astral. De hecho, los clarividentes describen la separación del cuerpo astral como un fenómeno fascinante: relatan que el cuerpo astral se eleva desde el cuerpo físico como una nube de vapor ligero y luminoso, conectada a este por un fino cordón sedoso. Este cordón se vuelve cada vez más delgado hasta que finalmente desaparece, cuando se rompe por completo.

El Cuerpo Astral puede permanecer un tiempo después de la muerte, y en ciertas circunstancias, hacerse visible para los vivos, lo que comúnmente se llama un "fantasma". En algunos casos, el cuerpo astral de una persona moribunda puede proyectarse por un fuerte deseo, haciéndose visible a amigos o familiares con los que tenía una conexión especial.

Sin embargo, tras un período variable, el cuerpo astral también es descartado por el Ego, comenzando su desintegración. Este cuerpo astral abandonado se convierte en un "cascarón astral", un cadáver etéreo que, aunque hecho de materia más fina que la del cuerpo físico, ya no posee vida ni inteligencia. Flota en la atmósfera astral inferior hasta que se descompone en sus elementos originales. Estos cascarones astrales suelen ser atraídos hacia su antigua contraparte física y, con frecuencia, rondan el área donde el cuerpo físico se está descomponiendo, como en cementerios o campos de batalla.

Aquellos con vista psíquica, o influenciados por el miedo, pueden confundir estos cascarones astrales con los "espíritus" de los fallecidos, pero no son más que un remanente sin vida, similar al cadáver físico bajo tierra. Estos cascarones pueden incluso ser "galvanizados" en una apariencia de vida cuando entran en contacto con la vitalidad de un médium, quien, al prestar su prana, les permite manifestar signos vitales e inteligencia limitada. En algunas sesiones espiritistas, estos cascarones astrales pueden materializarse, hablar y moverse, pero lo que en realidad ocurre es que el cascarón actúa como un autómata, animado por la energía del médium y del círculo de participantes.

Por supuesto, existen otras formas de retorno espiritual genuino, pero es importante que los investigadores de los fenómenos espiritualistas no confundan estos cascarones astrales con la verdadera inteligencia de sus seres queridos fallecidos.

Ahora, volvamos nuestra atención al Ego que ha abandonado el cuerpo físico.

Cuando el Ego, aún encerrado en su Cuerpo Astral, comienza a desprenderse lentamente del Cuerpo Físico, toda la vida de la persona pasa ante su visión mental, desde la infancia hasta la vejez. Es como si la memoria revelara sus secretos, y cuadro por cuadro, la vida completa del individuo se despliega rápidamente ante su mente. En ese momento, el Alma comienza a entender todo lo que significó su vida, viendo el panorama completo y comprendiendo las razones detrás de muchos eventos. Para el moribundo, esto ocurre como un vívido sueño, pero deja una profunda impresión en el Alma, y los recuerdos de esta revisión serán utilizados por el Ego en un período posterior.

Los Maestros siempre han exhortado a los familiares y amigos de un moribundo a permanecer tranquilos y silenciosos, evitando perturbarlo con emociones intensas o distracciones sonoras. El Alma debe ser dejada en paz para que siga su camino con tranquilidad, sin ser retenida por los deseos o conversaciones de quienes la rodean.

Entonces, el Ego abandona el cuerpo físico. Pero, ¿a dónde va? Es importante comprender que los estados futuros del Alma entre encarnaciones no se relacionan con "lugares" en un sentido físico, sino con estados o planos de existencia. Diferentes planos de vida coexisten e interpenetran, de modo que un mismo espacio puede albergar inteligencias de distintos niveles de existencia, sin que los habitantes de los planos inferiores sean conscientes de los que residen en los superiores. Por lo tanto, debemos desechar la noción de "lugar" y pensar en términos de "estados".

Después de salir del cuerpo, si el Ego no es perturbado por las insistentes llamadas de los que quedaron atrás (a menudo en forma de violentas expresiones de dolor o ansiosas súplicas para su regreso), cae en un estado de semi-conciencia. Este estado es bienaventurado, apacible y feliz, como un letargo del Ego. Durante este período de reposo, que varía según el individuo, el Cuerpo Astral se separa y, gradualmente, las porciones inferiores de la Mente que estaban vinculadas al cuerpo físico también se disuelven, dejando al Alma con las partes más elevadas de su Mente Superior.

El tiempo que el Ego pasa en este estado de reposo depende del desarrollo espiritual de la persona. Un individuo con escaso desarrollo espiritual y mayor inclinación hacia su naturaleza animal parte con solo una pequeña porción de su Mente Superior y alcanza rápidamente el nivel más alto que pudo lograr en vida. Por otro lado, una persona con un alto grado de desarrollo espiritual se despoja gradualmente de los aspectos más bajos de su Mente Inferior, hasta quedarse solo con los fragmentos más elevados desarrollados durante su existencia terrenal. Aquellos que se sitúan entre estos dos extremos pasarán por un proceso proporcional a su nivel de logro espiritual.

Cuando el último remanente posible de la Mente Inferior se ha separado del Alma, esta despierta a un nuevo estado, en el cual experimenta su máximo desarrollo posible. Las personas con una mentalidad y espiritualidad poco desarrolladas permanecen en este estado de letargo solo por un breve período, ya que su proceso de separación de los "cascarones" astrales es sencillo y rápido. En cambio, quienes han alcanzado un mayor nivel de evolución espiritual descansan por más tiempo, ya que tienen más aspectos de la Mente Inferior de los que desprenderse, y ese proceso es más prolongado, como los pétalos de una rosa que se separan gradualmente desde el exterior hacia el interior.

Sin embargo, tanto la entrada en este estado de reposo como la duración del mismo pueden verse interrumpidas por los que quedaron en la Tierra. Un Alma que tiene algo pendiente o que siente el dolor de los que dejó atrás puede luchar contra el estado de letargo y hacer desesperados esfuerzos por regresar. Asimismo, las llamadas mentales de los seres queridos, expresadas a través de lamentos y súplicas, pueden perturbar el reposo del Alma, haciéndola despertar parcialmente y retrasando su desarrollo.

Estas Almas semi-dormidas a menudo se manifiestan en sesiones espiritistas, respondiendo a las energías de quienes las llaman. El dolor egoísta y las demandas de los vivos pueden causar gran sufrimiento y confusión a los difuntos, hasta que finalmente logran comprender la naturaleza de su nuevo estado y dejan de responder a esas llamadas desde la Tierra.

Los Maestros conocen casos en los que las Almas han evitado el estado de letargo durante años para permanecer cerca de sus seres queridos en la Tierra, pero este camino, aunque impulsado por el amor, es erróneo. Genera pesar y dolor innecesario tanto para el difunto como para los que permanecen en el plano terrenal. Es importante permitir que las Almas sigan su camino natural hacia el descanso y el crecimiento espiritual.

Debemos evitar retrasar el proceso natural de aquellos que se han marchado. Es esencial permitirles descansar en paz, sin perturbar su transición. Intentar retenerlos mediante el dolor o las súplicas es como hacerles revivir su muerte varias veces. Aquellos que verdaderamente aman y comprenden saben que deben dejar que el Alma tome su merecido descanso y avance hacia su completo desarrollo. Este período de letargo es comparable a la existencia de un bebé en el vientre materno: el Alma duerme hasta que está lista para despertar a una nueva vida y dinamismo.

Sin embargo, es importante señalar una diferencia en el proceso. Las Almas de quienes han muerto de forma natural caen rápidamente en este letargo, siempre y cuando no sean perturbadas. Pero aquellos que mueren de manera accidental o son asesinados, en otras palabras, quienes dejan el cuerpo de manera abrupta, no entran inmediatamente en este estado de reposo. En lugar de eso, permanecen conscientes por un tiempo, en plena posesión de sus facultades mentales. A menudo, no se dan cuenta de que han muerto y pueden sentirse confusos, incapaces de comprender qué les está ocurriendo. Durante ese breve periodo, las personas que han muerto súbitamente pueden ser plenamente conscientes de lo que sucede a su alrededor, viendo y escuchando lo que ocurre en la Tierra mediante sus facultades astrales.

Este estado puede ser muy desorientador y angustiante, ya que no comprenden que han dejado su cuerpo físico. Sin embargo, no están solos. Espíritus de Luz, Almas de estados más elevados de existencia, siempre están presentes para asistirlos. Estas entidades se acercan a los fallecidos súbitamente, brindándoles palabras de consuelo y explicándoles su nueva condición. Les ofrecen calma y cuidado hasta que finalmente caen en el letargo, como un niño que, cansado, se duerme por la noche.

Estos ayudantes espirituales nunca fallan en su tarea. No importa si el difunto era “bueno” o “malo”, pues todos son hijos del mismo Creador y hermanos espirituales. Además, en tiempos de grandes catástrofes, como desastres naturales o después de batallas, hombres de alto desarrollo espiritual suelen abandonar temporalmente sus cuerpos físicos a través de sus Cuerpos Astrales, con el propósito de asistir y aconsejar a las Almas que han dejado la vida de forma súbita. En esos momentos, algunas de las inteligencias más elevadas en la escala espiritual también descienden de sus altos estados y, apareciendo como seres humanos, ofrecen palabras de estímulo y sabiduría. Esto ocurre en todas partes del mundo, no solo en países "civilizados", ya que todos son parte de la misma familia espiritual.

Aquellos que han alcanzado las esferas más altas del desarrollo espiritual, a menudo sacrifican su descanso merecido y el gozo de su evolución, dedicándose a estas tareas para ayudar a sus hermanos menos desarrollados. Lo hacen voluntariamente, postergando su felicidad por el bienestar de los demás.

Por supuesto, incluso las personas que fallecen de forma abrupta o trágica, eventualmente caen en el letargo del Alma y comienzan el proceso de deshacerse de sus envolturas limitantes, tal como sucede con aquellos que mueren de muerte natural. Una vez que el Alma ha dejado atrás estas envolturas y ha alcanzado el estado para el cual se preparó durante su vida terrenal, pasa automáticamente al plano del Devachán (el Paraíso cristiano) que le corresponde, conducida por la Ley de Atracción.

El Devachán, con todas sus etapas y planos, no es un lugar físico, sino un estado de existencia, como hemos mencionado antes. Estos planos se interpenetran, y quienes habitan en un plano no son conscientes de los que residen en otros. Tampoco pueden pasar de un plano a otro, salvo los que habitan en los planos superiores, quienes pueden ver los planos inferiores si lo desean y, además, pueden visitarlos para ofrecer ayuda a las Almas que se encuentran en esos niveles.

Por otro lado, los habitantes de los planos inferiores no pueden ni ver ni visitar los planos superiores. Esto no es porque haya una barrera o un "vigilante en la puerta", sino porque su naturaleza no les permite hacerlo. Es como un pez, cuya naturaleza no le permite volar como un pájaro. De manera similar, un Alma más desarrollada, unida a otra por lazos antiguos, puede visitar a su compañera menos avanzada para ayudarla con consejo e instrucción, preparándola para su próxima encarnación. Así, cuando ambas vuelvan a encontrarse en una vida terrenal futura, la menos desarrollada habrá crecido, y estarán más cerca en términos espirituales, pudiendo avanzar juntas en futuras encarnaciones.

Este apoyo, por supuesto, solo es posible si el Alma menos desarrollada está abierta a ser instruida. Una vez que el Alma ha alcanzado un cierto nivel de desarrollo, suele desear recibir guía, ya que fuera del cuerpo físico está libre de las influencias perturbadoras de la vida terrenal y más abierta a la ayuda espiritual. Sin embargo, hay casos raros en los que un Alma más avanzada no puede llevar a su hermano menor a un estado donde se libere completamente de ciertos principios mentales que aún lo mantienen atado a un plano inferior, impidiéndole avanzar a un plano más elevado.

Las Almas en planos inferiores, que permanecen atadas a lo material, suelen ser fuertemente atraídas por la vida terrenal. Su deseo de reencarnar es intenso, y por esta razón, suelen pasar poco tiempo entre dos encarnaciones. Cuando estas Almas regresan a la vida física, suelen ser atraídas hacia padres y entornos que reflejan las mismas tendencias que tuvieron en sus vidas anteriores, repitiendo patrones y ciclos que les resultan familiares. Estas Almas inmaduras y las de razas "salvajes" progresan de manera muy lenta, haciendo avances insignificantes en cada vida y requiriendo muchas encarnaciones para lograr cualquier progreso tangible. Sus deseos materiales son fuertes, y la influencia del Espíritu sobre ellas es mínima.

A pesar de todo, incluso estas Almas avanzan, aunque sea a un ritmo muy lento. Todas las Almas, sin excepción, se mueven hacia adelante, aunque el progreso sea imperceptible.

En contraste, las Almas en los planos superiores avanzan mucho más rápido en cada una de sus vidas terrenales. Estas Almas, al haber alcanzado un nivel espiritual más alto, requieren menos encarnaciones y pasan un período mucho más largo entre ellas. Sus inclinaciones y deseos son de un orden superior, y prefieren habitar en los niveles más elevados de la vida desencarnada, donde pueden contemplar y reflexionar sobre enseñanzas espirituales más avanzadas. Están libres de las distracciones materiales y, animadas por los rayos de la Mente Espiritual, pueden prepararse para un progreso significativo. Con frecuencia, estas Almas pasan siglos en los planos superiores antes de reencarnar.

En algunos casos, cuando una Alma ha progresado mucho más que el resto de su especie, puede pasar miles de años en los planos superiores, esperando hasta que su especie haya avanzado lo suficiente para hacer atractivo su renacimiento. Durante este tiempo, estas Almas encuentran trabajo útil ayudando a las Almas menos desarrolladas, dedicando su sabiduría y comprensión a guiar a otros en su progreso espiritual.

Tarde o temprano, las Almas sienten el deseo de vivir nuevas experiencias y mostrar en la Tierra algunos de los avances que han logrado tras su "muerte". Este deseo, unido a la atracción de anhelos no vividos o no experimentados, o quizás influenciado por un Alma querida que está en un plano inferior, hace que estén listas para reencarnar. A veces, incluso desean hacerlo al mismo tiempo que esa Alma cercana, para estar juntas, lo cual también es un deseo. Así, las Almas son atraídas por la corriente que las lleva hacia el renacimiento, seleccionando a sus futuros padres, las circunstancias más favorables y el entorno adecuado. De esta forma, entran gradualmente en un letargo y, llegado el momento, "mueren" para el plano donde han estado existiendo (Devachán) y "nacen" a una nueva vida física en un cuerpo.

El Alma no despierta completamente de su sueño en el momento del nacimiento. Permanece en un estado de letargo durante los primeros días de la infancia, y su despertar gradual se manifiesta a través del desarrollo de la inteligencia del bebé. El cerebro del niño crece a medida que se le plantean nuevas demandas. En algunos casos, el despertar es prematuro, lo que genera prodigios o niños-genio, pero tales casos son considerados más o menos anormales y desequilibrados. Ocasionalmente, el Alma dormida del niño puede despertar parcialmente, sorprendiéndonos con una reflexión profunda, una conducta madura o una observación inusual.

Gran parte del proceso de preparación para la reencarnación se lleva a cabo de forma inconsciente, ya que el Alma aún no ha crecido lo suficiente para comprender completamente lo que implica este proceso o lo que está por venir. Es arrastrada casi automáticamente por la Ley de Atracción. No obstante, a medida que las Almas alcanzan un cierto grado de desarrollo, comienzan a tomar conciencia del proceso de reencarnación y, en ese estado, pueden recordar sus vidas pasadas. Antes de renacer, pueden participar conscientemente en la elección de los entornos y circunstancias que rodearán su nueva vida. Cuanto más avanzan en la escala espiritual, mayor es su capacidad de conciencia y elección.

Es evidente que existen múltiples planos de existencia desencarnada. Los Maestros enseñan que hay siete grandes planos, a los que a veces se les llama los "siete cielos" en algunas tradiciones. Cada uno de estos planos tiene siete subdivisiones, y cada subdivisión tiene a su vez siete divisiones menores, y así sucesivamente.

Es imposible para nosotros describir la naturaleza de la vida en los planos más elevados. No tenemos palabras para expresarlo, ni mentes capaces de comprenderlo. La vida en los planos inferiores es muy similar a la vida en la Tierra, y muchos de sus habitantes creen que aún forman parte de ella. Al no darse cuenta de que ya han sido liberados de las limitaciones físicas, imaginan que el fuego puede quemarlos o que el agua puede ahogarlos, por lo que prácticamente viven en la Tierra, aunque en una versión más sutil de su realidad.

Por encima de estos planos inferiores, cuyos habitantes tienen ideas y vidas más elevadas, se encuentran otros planos más elevados, hasta llegar a la bienaventuranza de los planos superiores. Sin embargo, no podemos comprender completamente lo que estos planos superiores representan, ya que nuestra Mente no está lo suficientemente desarrollada para ello. En algunos de los planos intermedios, aquellos que son aficionados a la música disfrutan plenamente de su amor por ella, los artistas de su arte, y los trabajadores intelectuales continúan con sus estudios. Más allá de estos planos, están aquellos que han despertado espiritualmente y tienen oportunidades para desarrollarse y adquirir conocimiento. Y por encima de ellos, existen estados que ni siquiera podemos soñar.

Es importante recordar que, incluso los planos más elevados no son más que una parte del gran mundo, que a su vez es uno de los planos más bajos del Universo. Por encima de este mundo, existen planos y mundos aún más altos de existencia, pero hablar de ellos sería como tratar de resolver un complejo problema de matemáticas cuando apenas podemos sumar dos números. Sin embargo, todo esto es para nosotros, y nada puede arrebatarnos ese legado.

Aquello por lo que el Alma suspiró en vano durante su estancia en la Tierra, lo encuentra plenamente realizado en el Devachán. Para entender esto, basta con pensar en los altos ideales que algunos sostienen en la Tierra sobre las relaciones entre los seres humanos. Aunque a veces esos ideales parezcan imposibles de realizar en el mundo físico, permanecen constantes en el Alma. Una de las tragedias de la vida terrenal es que esos ideales a menudo parecen "demasiado buenos" para ser verdad.

El amor conyugal puro siempre tiene como trasfondo el anhelo de que los cónyuges continúen unidos en el cielo, tal como lo estuvieron en la tierra. Sin embargo, este ideal rara vez se libra de las manchas y distracciones del mundo material. De igual forma, las relaciones entre padres, hijos y hermanos pocas veces logran acercarse al ideal de amor puro que anida en lo más profundo del corazón humano.

Este ideal de amor desinteresado es tan verdadero y su presencia tan constante, que cuando en la vida terrenal somos testigos de dos almas unidas por una amistad pura y abnegada, sentimos una profunda conmoción. La representación de este ideal en la literatura, la poesía o el arte despierta en nosotros una corriente de emociones armoniosas y una sincera simpatía, elevándonos a niveles superiores de pensamiento y vida.

Entonces, ¿Cómo no será la felicidad, el gozo y la plena satisfacción en un plano de existencia donde toda expresión de amor es natural y donde los ideales se realizan plenamente? En ese estado, no solo nos reconoceremos con todos aquellos que hemos amado y conocido en la tierra, sino que también estableceremos lazos con almas que estén en perfecta sintonía con la nuestra.

Aquellos que en la tierra estuvieron unidos por lazos de parentesco o amistad espiritual encontrarán en el Devachán las condiciones perfectas para expresar su amor mutuo y profunda simpatía. Lo más elevado que la imaginación humana pueda concebir en compañía de estos seres queridos no es más que un pálido reflejo de lo que el alma experimentará en ese estado.

Intentar describir estas experiencias es inútil, ya que ni siquiera las palabras más expresivas pueden representar la verdad de lo que se vive allí. La respuesta a la pregunta sobre qué se siente en el Devachán radica en la reflexión interior: cada persona puede imaginar la mayor felicidad posible, y aún así, esa imagen estaría muy por debajo de la realidad que el alma encontrará en ese estado.

Solo en la armonía de la música, en la cadencia rítmica de la poesía sublime, o en la belleza de una obra de arte, el alma, aún prisionera en el cuerpo, puede vislumbrar el verdadero amor que existe en el Devachán. Estas manifestaciones artísticas nos ofrecen un débil atisbo de lo que el alma experimentará en ese plano, y por eso la música, la pintura y la poesía a veces nos elevan por encima de la materialidad que nos rodea.

En el Devachán, los sentimientos puramente sensoriales que pertenecían a la personalidad terrenal se separan, pero esto no significa que solo se conserven los pensamientos o emociones relacionados directamente con la religión o la filosofía espiritual. Al contrario, todas las emociones superiores, incluidas las afectivas, encuentran en este plano su desarrollo pleno.

Por ejemplo, si un alma que ha alcanzado el Devachán era profundamente apasionada por la música en su vida terrenal, vivirá inmersa en la constante experiencia y deleite de la música. De igual manera, si una persona encontraba su mayor felicidad en el amor hacia los demás, no echará de menos a aquellos que ha amado, incluso si algunos de ellos no están aún en un estado apropiado para el Devachán.

Ante la pregunta de qué ocurre si algunos seres queridos aún no han llegado al Devachán, la respuesta es simple: no importa, porque para la persona que los ha amado, ellos estarán allí. El Devachán es un estado subjetivo, en el que la realidad percibida por el alma es tan tangible como lo son las sillas y mesas de nuestro mundo físico. Las realidades del Devachán son tan auténticas y palpables para quienes han alcanzado ese estado como lo son las realidades terrenales para nosotros, y posiblemente más aún.

Paz a todos los seres.

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