Karma Yoga (Resumen)







Karma Yoga (Resumen)

Swami Vivekananda





“La palabra karma se deriva del sánscrito kri, que significa hacer; toda acción es karma. Técnicamente esta palabra también significa los efectos de las acciones. En conexión con la metafísica expresa, algunas veces, los efectos de los cuales nuestras pasadas acciones fueron las causas. Pero en el karma yoga -sólo tenemos que tratar a la palabra karma como significando acción. El objetivo de la humanidad es el conocimiento; éste es el ideal único puesto ante nosotros por la filosofía oriental. La meta del hombre no es el placer sino el conocimiento. El placer y la felicidad tienen su término. Es un error suponer que el placer es el objetivo. La causa de todas las miserias que tenemos en el mundo radica en que los hombres piensan, insensatamente, que el placer es el ideal que deben alcanzar. Después de algún tiempo encuentra el hombre que no es la felicidad lo que busca sino el conocimiento, que el placer y el dolor son grandes maestros y que aprende tanto del bien como del mal. Al pasar el placer y el dolor ante el alma individual, dejan sobre ella diferentes imágenes y el resultado de esas impresiones combinadas es lo que se llama "carácter." Si consideráis el carácter de cualquier hombre notaréis que sólo es un conglomerado de tendencias, la suma total de las inclinaciones de su mente; hallaréis que la desdicha y la felicidad son factores que gravitan igualmente en la formación de ese carácter. El bien y el mal tienen una participación semejante en la modelación del carácter y en algunos casos la infelicidad es mejor maestro que la felicidad. Estudiando los grandes caracteres que el mundo ha producido, me atrevo a decir que, en la gran mayoría de los casos, hallaríamos que la desventura les ha enseñado más que la felicidad, que la pobreza les enseñó más que la riqueza y que fueron los reveses más que las alabanzas lo que inflamó su fuego interno.”

“...La inactividad debe ser evitada por todos los medios. Actividad siempre significa resistencia. Resistid todos los males mentales y físicos y cuando logréis resistirlos entonces vendrá la calma. Es muy fácil decir: "no odies a nadie, no resistas al mal", pero nosotros sabemos lo que esto significa en la práctica. Cuando los ojos de la sociedad están puestos en nosotros, podemos aparentar la no-resistencia, pero en nuestros corazones sigue el cáncer. Sentimos la absoluta necesidad de disfrutar la calma que proviene de la no-resistencia; sentimos también que sería mejor resistir. Si deseáis riquezas y, al mismo tiempo, supierais que todo el mundo considera al que las desea como mal hombre, vosotros tal vez no os atreveríais a lanzaros a la lucha por conseguirlas, sin embargo, vuestra mente correrá día y noche tras el dinero. Esto es hipocresía y no sirve a propósito alguno. Zambullíos en el mundo y luego, después de un tiempo, cuando hayáis sufrido y gozado de todo lo que hay en él, vendrá la renunciación; entonces, vendrá la calma. Así pues, satisfaced vuestro deseo de poder y de toda otra cosa, y después que hayáis satisfecho los deseos, llegará el tiempo en que conoceréis que todos ellos son muy poca cosa; pero hasta tanto no hayáis agotado ese deseo y pasado por esa actividad es imposible que logréis el estado de calma, serenidad y entrega de sí mismo. Esas ideas de serenidad y renunciación han sido predicadas durante miles de años; todos las conocen desde la niñez y, no obstante ello, vemos muy pocos en el mundo que hayan alcanzado realmente ese estado. Yo no sé si he visto en mi vida unas veinte personas que fueran realmente sosegadas y capaces de no resistir, y he recorrido medio mundo…”

“…Cada persona debería modelar su propio ideal y esforzarse por realizarlo; ésta es una manera más segura de progreso que el tomar los ideales de otras personas, ideales que jamás puede esperar realizar. Por ejemplo, si tomamos un niño y le queremos hacer caminar veinte kilómetros, o muere el niño o uno entre mil se arrastrará los veinte kilómetros para llegar, al fin, rendido y medio muerto. Algo parecido a esto es lo que tratamos de hacer, generalmente, con el mundo. No todos los hombres y mujeres de una sociedad cualquiera, poseen la misma mentalidad, capacidad, o igual poder para hacer las cosas; deben, pues, tener diferentes ideales, y nosotros no tenemos el derecho de mirar con desprecio ningún ideal. Que cada uno actúe lo mejor que pueda para realizar su propio ideal…”

“…Una idea surge de todo esto, la condenación de toda debilidad. Esta es una idea particular de todas nuestras enseñanzas que me gusta, ya sea en la filosofía, en la religión, o en la acción. Si leéis los Vedas hallaréis repetida siempre esta palabra: "intrepidez", no temer nada. El temor es un signo de debilidad. Un hombre debe cumplir sus deberes sin hacer caso de las burlas ni temer al ridículo…”

“…Si las necesidades de una persona se pueden aliviar por una hora, el hacerlo es, en verdad, ayudarle; si le pueden ser solventadas por un año, la ayuda será mejor; pero si se le eliminaran para siempre, ésta sería, seguramente, la más grande ayuda que podría prestársele. El conocimiento espiritual es la única cosa que puede destruir nuestras miserias para siempre; cualquier otro conocimiento sólo satisface las necesidades por cierto tiempo. El conocimiento del espíritu es el único que destruye para siempre la condición de necesitado; así, la ayuda espiritual es la más elevada ayuda que puede brindarse al hombre; aquel que da conocimiento espiritual es el más grande benefactor de la humanidad y como tal vemos que los hombres más poderosos son aquellos que han ayudado al hombre en sus necesidades espirituales; porque la espiritualidad es la verdadera base de todas nuestras actividades en la vida. Un hombre sano Y fuerte espiritualmente, será fuerte en todo otro aspecto, si así lo desea; mientras no haya fortaleza espiritual en el hombre ni siquiera las necesidades físicas podrán ser bien satisfechas. Después de la ayuda espiritual viene la intelectual; el dar conocimiento es mucho más elevado que dar alimento y vestido; es aún más grande que dar la vida a un hombre, porque la vida real de éste consiste en el conocimiento; la ignorancia es muerte, el conocimiento, vida. La vida es de muy poco valor si transcurre en la oscuridad, marchando a tientas entre la ignorancia y la desdicha. Sigue en orden, naturalmente, la ayuda física. Por lo tanto, al considerar la cuestión de ayudar a los demás, debemos tratar siempre de no cometer el error de creer que la ayuda física es la única que puede brindarse; no sólo es la última sino la menor, pues no puede producir satisfacción permanente…”

“…Leemos en el "Bhagavad-Guita", repetidas veces, que todos debemos actuar incesantemente. Todo esto está, por naturaleza, compuesto de bien y mal. No podemos llevar a cabo ningún acto que produzca algún bien en alguna parte; ni puede haber alguno que no cause daño en parte alguna. Cada tarea ha de ser, necesariamente una mezcla de bien y mal; sin embargo, el mandato es que debemos actuar incesantemente. Ambos, bien y mal, producirán sus resultados, producirán su karma. La buena acción nos traerá su buen efecto; la mala, malo. Pero, el bien y el mal, ambos son ligaduras del alma individual. La solución dada en el "Guita" con respecto a esta naturaleza de la acción de producir limitaciones es que, si no nos ligamos a la obra que hacemos, no tendrá ningún efecto limitativo sobre nuestra alma. Procuremos comprender lo que significa este "desapego" en la acción. Esta es la idea central del "Guita": obrar incesantemente sin apegarse a la obra. Samskara puede ser traducido, aproximadamente, como "tendencia inherente". Usando el símil de un lago para la mente, pequeña o gran ola que en ella se produce, al desaparecer no muere enteramente, sino que deja una huella y una futura posibilidad de que surja de nuevo. A esta huella, con la posibilidad de que pueda reaparecer la ola, se le llama Samskara. Cada tarea que hacemos, cada movimiento del cuerpo, cada pensamiento que pensamos, deja una de esas impresiones en la sutil sustancia mental, y aunque no son evidentes en la superficie, son suficientemente fuertes para actuar debajo de la superficie, subconscientemente. Lo que nosotros somos está determinado, a cada momento, por la suma total de esas impresiones de la mente. Lo que yo soy, en este preciso momento, es el efecto de la suma total de todas las impresiones de mi vida pasada. Esto es, realmente, lo que llamamos carácter; y éste, en cada hombre, está determinado por la suma total de esas impresiones. Si prevalecen las buenas, el carácter se vuelve bueno, si las malas, malo. Si un hombre oye continuamente malas palabras, piensa malos pensamientos y ejecuta malas acciones, su mente estará llena de malas impresiones; y éstas influenciarán su pensamiento y actos sin que él sea consciente de ello. Por lo tanto, esas malas impresiones están obrando siempre, y la resultante debe ser mala; y ese hombre tiene que ser malo; él no puede evitarlo; la suma total de esas impresiones creará en él la enérgica fuerza motora que lo impulsará a cometer malas acciones; será como una máquina en manos de aquellas impresiones, y éstas le forzarán a hacer el mal. Igualmente, si un hombre piensa buenos pensamientos y ejecuta buenas obras, la suma total de esas impresiones será buena y le forzará a hacer el bien, aun a despecho de sí mismo. Cuando un hombre ha hecho muchas buenas obras y pensado muchos buenos pensamientos, existe en él una tendencia irresistible hacia el bien, y aun cuando quisiera hacer el mal, su mente, que es la suma total de sus tendencias, no se lo permitirá; las tendencias le harán retroceder; él esta, completamente, bajo la influencia de las buenas tendencias. En este caso, se dice que el buen carácter de un hombre está establecido. Así como la tortuga recoge los pies y cabeza dentro del caparazón y aunque la matéis y hagáis pedazos no los saca, así, el carácter del hombre que tiene control sobre sus móviles y órganos está, inmutablemente, establecido…”

  “…Por solo el trabajo pueden los hombres llegar a donde llegó Buddha en gran parte por la meditación y Cristo por la oración. Buddha fue un gnani (conocedor activo); Cristo un bhakta (devoto), pero ambos alcanzaron la misma meta. La dificultad está aquí: liberación significa entera libertad -libertad de la esclavitud del bien, así como de la del mal. Una cadena de oro es tan cadena como una de hierro. Hay una espina clavada en un dedo y uso otra para sacarla; después tiro las dos; no tengo necesidad de guardar la segunda espina porque, a pesar de todo, ambas son espinas. De la misma manera, las malas tendencias han de ser contrarrestadas por las buenas y las malas impresiones de la mente, reemplazadas por las frescas ondas de las buenas, hasta que todo lo malo desaparezca casi por completo o sea sometido y tenido bajo control en un rincón de la mente; pero después de esto, las buenas tendencias tienen también que ser conquistadas. Actuad, pero no permitáis que la acción o el pensamiento produzcan una profunda impresión en la mente; dejad que las ondas vengan y vayan; que las grandes acciones procedan del cerebro y de los músculos, pero no les dejéis hacer ninguna impresión profunda en el alma. Las impresiones de cualquier acción a la cual nos ligamos, perduran. Puedo encontrar cientos de personas durante el día y entre ellas una a quien amo; cuando me retiro por la noche yo puedo tratar de recordar todas las caras que he visto, pero sólo una se presenta en mi mente: la que sólo vi, quizá, un minuto y a la cual amo; todas las otras se han desvanecido. Mi atracción hacia aquella persona particular, ha causado en mi mente una impresión más profunda que todas las otras. Fisiológicamente, todas han sido impresiones; cada una de las caras que he visto se pintó en la retina y el cerebro se apoderó de la imagen, y, sin embargo, no hubo similitud de efecto sobre la mente. Muchas de las caras eran, tal vez, enteramente nuevas, acerca de las cuales no había pensado nunca antes, pero aquélla que sólo miré unos instantes, halló asociaciones internas. Tal vez la había estado grabando en mi mente durante años; quizá conocía muchísimas cosas acerca de ella, y esta nueva visión despertó cientos de dormidos recuerdos suyos en mi mente; y habiendo sido repetida esta sola impresión, tal vez centenares de veces más que las de las diferentes caras juntas, produjo un gran efecto sobre la mente. Por consiguiente, sed "desapegados"; dejad que las cosas actúen; que actúen los centros cerebrales; actuad incesantemente, pero que ni una sola onda conquiste la mente. Trabajad como si fuerais extranjeros en esta tierra, un viajero; actuad incesantemente, pero no os liguéis; la ligadura es terrible. Este mundo no es nuestra morada, es solamente uno de los tantos escenarios por los cuales vamos pasando. Recordad aquel gran dicho de la filosofía sankhya: "La totalidad de la naturaleza es para el alma, no el alma para la naturaleza". La naturaleza existe por una sola razón: la educación del alma individual; no tiene otro significado; está aquí porque el hombre debe tener conocimiento Y por el conocimiento debe liberarse. Si recordamos siempre esto, jamás nos ligaremos a la naturaleza; sabremos que ésta es un libro en el cual tenemos que leer, y que ya no tendrá valor alguno para nosotros cuando hayamos adquirido el conocimiento encerrado en él. Sin embargo, en vez de esto, nos identificamos con la naturaleza; pensamos que el alma es para ella, que el espíritu es para la carne, Y como afirma el dicho común, pensamos que el hombre "vive para comer" y no que "come para vivir", estamos continuamente cometiendo este error; consideramos a la naturaleza como siendo nuestro propio ser y así nos ligamos a ella; tan pronto se presenta esta ligadura se produce una profunda impresión en la mente, impresión que nos domina y hace obrar no como libres sino como esclavos. La clave de esta enseñanza es que debéis actuar como "amo" y no como "esclavo"; actuad incesantemente, pero no trabajéis como esclavos. ¿No veis cómo todos trabajan? Nadie puede estar enteramente en reposo; el noventa y nueve por ciento de los hombres trabajan como esclavos, y el resultado es la desdicha; todo es trabajo egoísta. ¡Trabajad en la libertad! ¡Trabajad en el amor! La palabra “amor" es muy difícil de comprender; el amor no llega hasta tanto no hay libertad. No hay posibilidad de verdadero amor en el esclavo…”

“…Obra egoísta es obra de esclavos y he aquí una prueba. Cada acto de amor produce felicidad; no hay acto de amor que no traiga paz y dicha como reacción…”

<<“…el verdadero amor nunca puede reaccionar de modo que cause dolor ni al amante ni al amado. Suponed que un hombre ama a una mujer; la quiere toda para sí solo y siente violentos celos de ella a cada momento; quiere que esté sentada cerca de él, que esté junto a él y que coma y se mueva a sus deseos. Es un esclavo de ella y quiere tenerla como esclava suya. Esto no es amor, es una especie de afecto mórbido del esclavo, que se insinúa como amor. No puede ser amor porque es penoso, si ella no hace lo que él quiere le ocasiona dolor. El amor no produce reacciones dolorosas; el amor sólo produce dicha o no es amor; es confundir cualquier otra cosa con el amor. Cuando hayáis logrado amar a vuestra esposa, esposo e hijos, a todo el mundo, al universo, de tal manera que no haya reacción de dolor o de celos, ningún sentimiento egoísta, entonces os hallaréis en el estado adecuado para sentiros desligados.

Krishna dice: “¡Contémplame, Arjuna! Si dejara de obrar un solo instante todo el universo perecería. Nada tengo que ganar de la obra; soy el Señor Único ¿por qué obro, pues? Porque amo al mundo"…>>

“…Donde quiera hay apego, atracción por las cosas mundanas, debéis saber que todo ello es atracción física entre grupos de partículas de materia; algo que atrae dos cuerpos cada vez más cerca y si no pueden juntarse lo bastante produce dolor; pero donde hay amor real no descansa de ninguna manera en la atracción física. Tales amantes pueden estar a mil millas uno del otro y su amor será siempre el mismo; no muere y nunca producirá ninguna reacción dolorosa…”

“… ¿Pedís algo a vuestros hijos en recompensa de lo que les habéis dado? Es vuestro deber trabajar para ellos, y ahí termina el asunto. En todo lo que hagáis por una persona en particular, por una ciudad o estado, asumid la misma actitud que asumís hacia vuestros hijos -no esperéis nada en recompensa-. Si podéis tomar invariablemente la actitud del dador, en la cual toda cosa dada es una ofrenda al mundo, sin ninguna idea de recompensa, entonces vuestra acción no os producirá ligaduras, estas solamente vienen cuando esperamos recompensa. Si actuar como esclavos termina en el egoísmo y el apego, actuando como amos de nuestra propia mente lograremos la dicha del desapego. Hablamos con frecuencia del derecho y la justicia, pero vemos que en el mundo derecho y justicia es mera cháchara. Hay dos cosas que guían la conducta de los hombres: el poder y la compasión. El ejercicio del poder es invariablemente ejercicio del egoísmo. Todos los hombres y mujeres tratan de aprovechar lo más que pueden cualquier poder o ventaja que tengan. La compasión es el cielo mismo; para ser buenos debemos todos ser clementes. Hasta la justicia y el derecho deben apoyarse en la clemencia…”

“…Esta idea de abnegación completa está ilustrada por el siguiente relato: Después de la batalla del Kurukshetra, los cinco hermanos Pandavas celebraron un imponente sacrificio y dieron cuantiosas limosnas a los pobres. Todos expresaban su asombro ante el esplendor y fastuosidad del sacrificio y decían que nunca se había visto otro igual en el mundo. Pero, después de la ceremonia, llegó allí una pequeña mangosta; tenía la mitad del cuerpo dorado y la otra mitad de color pardo, y empezó a revolcarse sobre el piso de la sala del sacrificio. Después, dirigiéndose a los presentes exclamó: "Sois todos unos embusteros; esto no es ningún sacrificio". "¡Cómo!", respondieron, "dices que esto no es sacrificio, ¿no sabes cuánto dinero y joyas se han repartido entre los pobres y que cada uno de ellos se ha hecho rico y está feliz? Este es el sacrificio más asombroso que hombre alguno haya ejecutado". Pero la mangosta dijo: "En una pequeña aldea vivía un pobre brahmín con su esposa, su hijo y su nuera. Eran muy pobres y vivían de las pequeñas dádivas que recibían por predicar y enseñar. Sufrió esa aldea tres años de miseria y hambre y el pobre brahmín padeció más que nunca. Al fin, cuando la familia hacía ya días que no probaba alimento trajo el padre una mañana un poco de harina de cebada que había tenido la suerte de conseguir y la dividió en cuatro partes, una para cada uno de ellos. La prepararon como su única comida y en el preciso momento que se disponían a comer golpearon a la puerta. El padre abrió y se presentó un huésped. En la India un huésped es persona sagrada, se le considera como un dios mientras dura el hospedaje y debe ser tratado como tal. Así que el pobre brahmín le dijo: "Entrad, señor; sed bienvenido". Puso ante el huésped su propia porción de alimento que el convidado comió rápidamente y dijo: "¡OH, señor!, me habéis matado; hace diez días, que estoy muriéndome de hambre y este poco de alimento sólo ha servido para aumentarla". Entonces la esposa dijo a su marido: "¡Dadle mi parte!", pero éste repuso: "No". Aquélla, sin embargo, insistió diciendo: "Hay aquí un pobre hombre y es nuestro deber como jefes de familia darle de comer; cumplo el mío como esposa dándole mi parte al ver que vos no tenéis más que ofrecerle". Y se la dio; después de comerla volvió a decir que seguía muerto de hambre. En vista de esto, el hijo dijo: "Tomad mi parte también; el deber de un hijo es ayudar a los padres a cumplir sus obligaciones”. El huésped la comió, pero todavía no quedó satisfecho por lo cual la esposa del hijo le dio su ración también. Esto fue suficiente y el huésped partió bendiciéndoles. Aquella misma noche murieron de hambre los cuatro. Algunos granitos de aquella harina cayeron al suelo y al revolcarme sobre ellos la mitad de mi cuerpo tomó este color dorado, como veis. Desde entonces he recorrido el mundo entero, esperando hallar otro sacrificio semejante, pero en ninguna parte lo he encontrado y, por lo tanto, no he podido dorar la otra mitad de mi cuerpo. Por eso digo que esto no es sacrificio"...

 “...Ahora veis lo que significa karma-yoga: aun a costa de la vida ayudar a cualquiera, sin indagar nada. Aunque os engañen un millón de veces no preguntéis nunca, ni penséis jamás en lo que estáis haciendo. Nunca os jactéis de ayudar a otros ni esperéis su gratitud; más bien estadles agradecidos porque os dan la ocasión de poder ayudarles...”

 “...Sin embargo, existe el deber desde el punto de vista subjetivo. Cualquier acción que nos acerca a la divinidad es buena, y es nuestro deber; toda acción que nos rebaja, es mala y no es nuestro deber. Desde este punto de vista, vemos qué ciertos actos tienen tendencia a exaltarnos y ennoblecernos, mientras otros tienden a degradamos y embrutecemos. Pero no es posible establecer, con certeza, la tendencia que tendrán determinados actos en relación a todos los individuos, según su clase y condición. Hay, empero, una sola idea del deber que ha sido universalmente aceptada por toda la humanidad, en todas las épocas, sectas y países: No desees para nadie lo que no consideres bueno para ti...”

“...El nacimiento y posición en la vida, y en la sociedad, determinan, en gran parte, la actitud moral y mental de los individuos hacia las varias actividades de la vida. Por lo tanto, es nuestro deber llevar a cabo aquella obra que nos exalte y ennoblezca, de acuerdo con las actividades e ideales de la sociedad en la cual hemos nacido. Pero, debemos recordar muy particularmente, que los ideales y actividades no son los mismos en todas las sociedades y países; nuestra ignorancia de esto es la causa principal de gran parte de la aversión que siente un pueblo por otro...”

“...Por consiguiente, lo que especialmente conviene recordar es que debemos tratar siempre de ver el deber de los otros con los mismos ojos de ellos y no juzgar jamás las costumbres de otros pueblos según nuestros usos. Yo no soy el regidor del universo. Tengo que acomodarme al mundo y no éste a mí. Así, vemos que el ambiente cambia la naturaleza de nuestros deberes, y lo mejor que podemos hacer en este mundo es cumplir con nuestro deber en todo momento. Hagamos lo que es nuestro deber por nacimiento; y una vez hecho éste hagamos el que nos corresponda por nuestra posición en la vida y en la sociedad. Hay, sin embargo, un gran peligro en la naturaleza humana: que el hombre nunca se examina a sí mismo. Se cree tan digno de sentarse en el trono como el mismo rey. Aunque lo sea debe demostrar primero que ha cumplido con los deberes de su propia posición; y después ya le vendrán otros más elevados...”

“...Ninguna persona puede ocupar satisfactoriamente por mucho tiempo una posición para la cual no es apta. De nada sirve el quejarse por los arreglos de la naturaleza. Quien ejecuta una tarea inferior no es, por eso, una persona inferior. Ninguna persona ha de ser juzgada por la mera naturaleza de sus deberes; todos debemos ser juzgados por la manera y el espíritu con que los ejecutamos...”

“...El deber rara vez es agradable. Sólo cuando el amor aceita sus ruedas se desliza suavemente; de otro modo, es una continua fricción. ¿Cómo, si no fuera así, podrían los padres cumplir los deberes para con sus hijos, los esposos para con sus esposas y viceversa? ¿No nos encontramos con casos de rozamiento todos los días de nuestra vida? El deber es grato sólo por el amor y el amor solamente brilla en la libertad. ¿Es disfrutar de la libertad el ser esclavo de los sentidos, del enojo, de los celos y otro centenar de mezquindades que pueden ocurrir a diario en la vida humana? En todas esas asperezas que encontramos en la vida, la más alta expresión de la libertad es soportarlas con paciencia...”

“...El secreto de la acción es: "Que el fin y los medios se unan y sean una misma cosa". Cuando hagáis cualquier cosa no penséis en nada más. Hacedla como una adoración, como el más elevado culto, y dedicad toda vuestra vida a ella mientras dure su ejecución...”

“...Todos solemos creer que valemos mucho. Nuestros deberes están determinados por nuestros merecimientos en una escala mucho mayor que lo que estamos dispuestos a confesar. La competencia despierta la envidia y mata la bondad del corazón. Para el gruñón todos los deberes son desagradables; nada le satisface jamás y toda su vida está condenada al fracaso. Sigamos actuando, cumpliendo, mientras avanzamos, con cualquier deber que se nos presente y siempre dispuestos a arrimar el hombro a la rueda cuando haya que desatascar un carro. ¡Entonces, con seguridad, veremos la Luz! ...”

“...Este mundo es como la cola enroscada del perro, la gente ha pugnado por enderezarla durante centenares de años, pero, en cuanto la sueltan, se enrosca de nuevo. ¿Cómo podría ser de otro modo? Primero uno tiene que aprender a actuar sin apego, entonces no será un fanático. Cuando sepamos que este mundo es como la cola enroscada de un perro y que nunca se enderezará, no seremos fanáticos. Si no hubiese fanatismo en el mundo habría mucho más progreso que el que hay actualmente...”

“...Primero, debemos grabar en la mente que todos somos deudores del mundo y que él nada nos debe. Que es un gran privilegio para todos nosotros que se nos permita hacer algo por el mundo. Ayudando al mundo, en realidad nos ayudamos a nosotros mismos. El segundo punto es, que hay un Dios en este universo. No es cierto que es como un barco sin brújula, a merced de los vientos, ni tenga necesidad de vuestra ayuda ni de la mía. Dios está siempre presente en él. Es inmortal, eternamente activo y vigilante. Cuando todo el universo duerme, Él vela; está obrando incesantemente; todos los cambios y manifestaciones del mundo son Suyos. Tercero, no debemos odiar a nadie. Este mundo continuará siendo siempre una mezcla de bien y mal. Nuestro deber es simpatizar con los débiles y querer hasta a los perversos. El mundo es un gran gimnasio moral en el cual todos tenemos que ejercitamos para llegar a ser más y más fuertes espiritualmente. Cuarto, no debemos ser fanáticos en modo alguno, porque el fanatismo es opuesto al amor. Oiréis decir, con toda ligereza a los fanáticos: "Yo no odio al pecador sino al pecado"; pero yo estoy dispuesto a ir a cualquier parte, por lejos que sea, para ver la cara del hombre que puede realmente hacer una distinción entre el pecado y el pecador. Es muy fácil decirlo. Si pudiésemos distinguir bien entre cualidad y sustancia, nos convertiríamos en hombres perfectos. No es fácil hacerlo. Y además de todo esto, cuanto más tranquilos seamos y menos alterados estén nuestros nervios, amaremos más, y mejor será la obra que realicemos...”

“...Así como cada acción que emana de nosotros nos vuelve como reacción, también nuestras acciones pueden obrar sobre otras personas y las de éstas sobre nosotros. Quizá todos habréis observado que cuando las personas cometen malas acciones se vuelven más y más malvadas, y que cuando comienzan a hacer el bien se vuelven más y más fuertes y aprenden a hacer el bien en todas las ocasiones. Esta intensificación de la influencia de la acción sólo se explica de este modo: porque podemos actuar y reaccionar unos sobre otros. Tomemos un ejemplo de la ciencia física: mientras ejecuto una acción dada, puede decirse que mi mente vibra de cierta manera; todas las mentes que se hallen en estados similares, tendrán la tendencia a ser afectadas por mi mente. Si en una habitación hay diferentes instrumentos musicales afinados al mismo tono, notaréis que cuando se toca uno, los otros tienden a vibrar reproduciendo la misma nota. Del mismo modo, todas las mentes que tienen la misma tensión, por así decirlo, serán igualmente afectadas por el mismo pensamiento. Naturalmente, esta influencia del pensamiento sobre la mente varía de acuerdo con la distancia y otras causas, pero la mente está siempre dispuesta a ser afectada. Suponed que estoy haciendo algo malo, mi mente vibra de cierto modo y todas las mentes del universo que estén en un estado similar tienen la posibilidad de ser afectadas por la vibración de mi mente. Por otra parte, cuando estoy haciendo una buena acción mi mente vibra de otro modo y todas las mentes que estén al unísono con la mía tienen la posibilidad de ser afectadas por ella; y este poder de una mente sobre otra es mayor o menor según sea más o menos grande la fuerza de la tensión. Procediendo con este símil, es muy posible que, así como las ondas de la luz pueden tardar millones de años antes de encontrar un objeto, así también, las ondas producidas por los pensamientos pueden viajar centenares de años antes de que encuentren un objeto con el cual vibren al unísono. Es muy posible, por lo tanto, que nuestra atmósfera esté llena de tales pulsaciones del pensamiento, buenos y malos. Todo pensamiento proyectado por cada cerebro sigue vibrando, por decirlo así, hasta que encuentra el objeto apto para recibirla. Cualquier mente abierta para recibir esos impulsos los captará inmediatamente. Así, cuando un hombre hace malas acciones pone su mente en cierto estado de vibración, y todas las ondas que correspondan a esta misma tensión y que, podemos decir, ya están en la atmósfera, pugnarán por entrar en su mente. Esta es la causa por la que un malhechor, generalmente, se hace cada vez más malo. Sus acciones se vuelven más intensas: Similar es el caso del que hace bien; se abre a todas las buenas ondas que hay en la atmósfera y sus buenas acciones se irán, también, intensificando. Por eso, corremos un doble peligro al hacer mal; primero, nos abrimos a todas las malas influencias que nos rodean, y segundo, creamos mal que afectará a otros, tal vez, de aquí a centenares de años. Al hacer el mal nos dañamos a nosotros mismos y, también a otros. Al hacer el bien nos lo hacemos a nosotros mismos y al mismo tiempo a los otros, -y, como todas las otras fuerzas del hombre, las del bien y el mal también recogen fuerza del exterior. Según el karma-yoga la acción que uno ha hecho no puede ser destruida hasta que no haya dado sus frutos; ningún poder en la naturaleza puede impedir el que dé sus resultados. Si yo hago una mala acción tengo que sufrir por ella; no hay poder en este universo capaz de evitarlo o detenerlo. Similarmente, si hago algo bueno, no existe poder en el universo que impida sus buenos resultados. La causa debe tener su efecto; nada puede impedir ni controlar esto. Ahora se presenta una cuestión muy sutil y seria acerca del karma-yoga, y es ésta: que nuestras acciones, buenas y malas, están íntimamente relacionadas unas con otras. No podemos trazar una línea de demarcación y decir: esta acción es enteramente buena y esta otra, enteramente mala. No hay acto que no produzca buenos y malos frutos al mismo tiempo. Tomemos el ejemplo más cercano: Yo os estoy hablando y alguno de vosotros, tal vez, piensa que estoy haciendo un bien; y, al mismo tiempo, quizá, estoy matando cientos de microbios en la atmósfera; así, pues, estoy haciendo mal a alguna otra cosa. Cuando nos atañe muy de cerca y afecta gratamente a los que conocemos, decimos que es una muy buena acción. Por ejemplo, podéis llamar muy buena a mi conversación con vosotros, pero los microbios no lo estimarán así; a los microbios no los veis, pero a vosotros mismos sí. La manera en que mi conversación os afecta es evidente para vosotros, pero cómo afecta a los microbios no os es tan evidente. Y del mismo modo, si analizamos nuestras malas acciones también podemos encontrar algún resultado posiblemente bueno en alguna parte. Aquel que en la buena acción ve que hay algún mal y que en medio del mal descubre algún bien, ha conocido el secreto de la acción. Pero ¿qué se deduce de esto? Que cualquiera sea el examen que hagamos, no encontraremos ninguna acción que sea perfectamente pura o que sea perfectamente impura, tomando pureza e impureza en el sentido de dañar o no dañar. No podemos respirar ni vivir sin hacer daño a otros y cada bocado que comemos se lo quitamos a otras bocas; nuestras propias vidas están desplazando a otras vidas. Pueden ser hombres, animales o pequeños microbios, pero nosotros tenemos que crecer a expensas de unos u otros. Siendo esto el caso, se deduce, naturalmente, que la perfección nunca puede ser alcanzada por la acción. Aunque actuemos durante toda la eternidad no conseguiremos salir de esta intrincada maraña; podéis seguir actuando y actuando sin cesar; no terminará nunca esa inevitable asociación de bien y mal en el resultado de la acción. El segundo punto a considerar es: ¿cuál es el fin de la acción? Veamos que la mayor parte de la gente en todos los países, cree que llegará un tiempo en que este mundo será perfecto, que no habrá enfermedades, ni muerte, ni desdichas, ni maldad. Esta es una idea muy buena, un poderoso acicate para inspirar y hacer creer a los ignorantes, pero si pensamos un momento, enfrentando bien el problema veremos que no puede ser así. ¿Cómo puede ser, si vemos que el bien y el mal son el anverso y reverso de la misma moneda? ¿Cómo puede existir bien sin mal al mismo tiempo? ¿Qué es lo que se quiere decir por perfección? Vida perfecta es una contradicción de términos. La vida en sí es un estado de continua lucha entre nosotros y todo lo externo. En todo momento estamos luchando con la naturaleza externa, y si nos vence perdemos nuestra vida. Es, por ejemplo, una lucha continua por tener alimento y que no nos falte el aire. Si nos falta uno u otro morimos. La vida no es una cosa simple que se deslice suavemente, sino un complejo conjunto de efectos. Esta complicada lucha entre algo interno y el mundo externo es lo que llamamos vida. Por lo tanto, es evidente que cuando cesa esa lucha termina la vida. Lo que se entiende por felicidad ideal, es la cesación de esta lucha. Pero entonces la vida acabará, porque la lucha sólo cesa cuando la vida llega a su término. Hemos visto ya que ayudando al mundo nos ayudamos a nosotros mismos. El efecto principal de la acción, hecha para los demás, es purificamos. Por medio del constante esfuerzo para hacer bien al prójimo, estamos tratando de olvidarnos de nosotros mismos; este olvido de nuestra personalidad es la gran lección que tenemos que aprender en la vida. El hombre piensa insensatamente que él solo puede lograr la felicidad y después de años de lucha halla, al fin, que la verdadera felicidad consiste en matar el egoísmo y que nadie, excepto él mismo, puede hacerlo feliz. Cada acto de caridad, cada pensamiento de simpatía, cada acción de ayuda, cada buena acción va quitando algo de la petulancia de nuestros pequeños "yoes" y hace que nos veamos a nosotros mismos como lo más bajo e insignificante; por lo tanto, todo eso es bueno. Aquí hallamos que gnana, bhakti y karma, todos convergen al mismo punto. El ideal más elevado es la eterna total entrega de sí mismo, en donde no hay "yo", sino todo es "Tú"; ya sea el hombre consciente o inconsciente de ello, el, karma-yoga le lleva a ese fin. Un predicador religioso podrá horrorizarse de la idea de un Dios Impersonal; insistirá sobre un Dios Personal y sostendrá su identidad e individualidad propia, cualquiera sea la idea que de ella tenga. Pero sus ideas morales, si son realmente buenas, sólo pueden estar basadas sobre la más elevada abnegación. Es la base de toda moralidad; podéis hacerla extensiva a los hombres, animales o ángeles, pero es la única idea básica, el único principio fundamental que corre a través de todos los sistemas de ética. Hallaréis varias clases de hombres en este mundo. Primero están los hombres divinos, cuya abnegación es completa y hacen sólo bien a los demás, llegando hasta el sacrificio de sus propias vidas. Estos son los más grandes entre los hombres. Si hubiese cien hombres así en algún país, ese país no tendría nunca motivo para afligirse. Pero, desgraciadamente, son muy pocos. Luego, están los hombres buenos que hacen bien a los demás mientras no se perjudiquen a sí mismos; y hay una tercera clase: los que, para lograr su propio beneficio, hacen daño a los demás. Dice un poeta sánscrito que hay una cuarta e innominable clase de personas que hacen mal a otras sólo por el placer de hacerlo. Así como en uno de los polos de la existencia se encuentra el hombre bueno más elevado que hace el bien por amor al bien, así, en el otro polo, hay otros que hacen el mal por amor al mal. No ganan nada con ello, pero está en su naturaleza hacer el mal...”

 “...Aunque el hombre no haya estudiado un solo sistema de filosofía, no haya creído ni crea en ningún Dios y no haya orado ni una sola vez en toda su vida, si el simple poder de las buenas acciones le ha llevado a aquel estado en que está pronto para dar su vida y todo por los otros, habrá llegado al mismo punto al cual llega el hombre religioso por sus oraciones y el filósofo por su conocimiento; y de este modo veréis que el filósofo, el hombre de acción y el devoto se encuentran todos en un punto, y que este punto es la abnegación. Por mucho que sus sistemas de filosofía y religión difieran, todos los hombres se inclinan con reverencia y respeto ante el que está pronto para sacrificarse por los demás. Aquí no se trata de creencias ni doctrinas; hasta los hombres más opuestos a toda idea religiosa, cuando ven uno de esos actos de completa abnegación, se sienten atraídos a venerarlo...”

 “...Toda acción que hagáis para vosotros producirá sus efectos sobre vosotros mismos. Si es buena, tendréis que aceptar su efecto bueno y si es mala, el malo; pero cualquier acto que no sea hecho persiguiendo un motivo personal, sea cual fuere, no tendrá ningún efecto sobre vosotros. Hay un versículo muy expresivo en nuestras escrituras, que encierra esta idea: "Aunque él mate a todo el universo (sea él el muerto) no es él quien mató ni el muerto, cuando sabe que él no está actuando en modo alguno para sí mismo". Por lo tanto, el karma-yoga enseña: "No abandones el mundo, vive en él, asimila sus influencias todo lo que puedas; pero si sólo lo haces buscando tu propio placer, no actúes en modo alguno". El placer no debe ser la meta...”

“...La mayor debilidad se insinúa a veces como el mayor bien y fuerza. Es una debilidad pensar que alguien depende de mí y que puedo hacer bien a otro. Este modo de ser es la madre de todo apego y de este apego viene todo nuestro dolor. Debemos impedir en nuestras mentes la idea de que en este universo nadie depende de nosotros; ni un solo mendigo depende de nuestra caridad, ni alma alguna de nuestra bondad, ni una sola cosa viviente de nuestra ayuda. Todos son ayudados por la naturaleza y lo mismo serían ayudados, aunque millones de nosotros no estuviésemos aquí. El curso de la naturaleza no se detendrá por vosotros ni por mí; es, como ya he señalado, sólo un bendito privilegio para vosotros y para mí que se nos permita, por la ayuda a los demás, educarnos a nosotros mismos...”

“... Desechad de vuestra mente la idea de que tenéis que hacer algo por el mundo; el mundo no necesita ninguna ayuda de vosotros. Es pura insensatez que cualquiera piense que ha nacido para ayudar al mundo; es simplemente vanidad, egoísmo aparentando el aspecto de virtud. Cuando hayáis educado vuestra mente y nervios para realizar la idea de que el mundo no depende de vosotros ni de ningún otro, ya no habrá reacción en la forma de resultados dolorosos de la acción. Cuando deis algo a un hombre y no esperéis nada -ni aun su gratitud -su ingratitud no os afectará porque nunca esperasteis nada, ni siquiera se os ocurrió que teníais derecho a alguna recompensa; vosotros le habéis dado lo que merecía; su propio karma se lo proporcionó; vuestro karma os hizo el conductor de ello. ¿Por qué habéis de estar orgullosos de haber dado algo? Sois el portador que lleva el dinero o cualquier otro presente, y el mundo lo merece por su propio karma. ¿Cuál es la razón, pues, de vuestro orgullo?...”

“...Es difícil comprender todo al momento. La explicación de todo está, al fin y al cabo, en vosotros mismos. Nadie ha sido, realmente, enseñado por otro; cada cual tiene que enseñarse a sí mismo. El maestro externo sólo ofrece las sugestiones que despiertan al maestro interno y le hacen trabajar para comprender las cosas. Estas, entonces, se nos harán claras por nuestro propio poder de percepción y pensamiento, y nosotros las realizaremos en nuestra propia alma; y esta realización, al ir creciendo, se transformará en un intenso poder de la voluntad. Primero, es sentimiento, luego, se vuelve querer, y del querer procede esa tremenda fuerza para actuar que correrá por cada vena, nervio y músculo...”

 “...El logro de esto no depende de ningún dogma, ni doctrina, ni creencia. No importa que uno sea judío, cristiano o pagano. ¿Sois altruista? Esta es la cuestión. Si lo sois, seréis perfectos sin leer un solo libro religioso, ni entrar en una sola iglesia o templo. Cada uno de nuestros yogas es apto para hacer al hombre perfecto, aun sin la ayuda de los demás, porque todos persiguen el mismo fin, Los yogas de la acción (karma yoga), de la sabiduría (gnani yoga), y de la devoción (bhakti yoga), todos son capaces de servir como medios directos e independientes para la adquisición de moksha (1). "Sólo los ignorantes dicen que la acción altruista y la filosofía son diferentes, no los sabios". Estos saben que, aunque aparentemente difieren entre sí, ambos, al final, conducen a la misma meta de la perfección humana...”

 (1)      Libertad, liberación

“...Además del significado de acción, hemos dicho que sicológicamente la palabra karma también implica causa. Cualquier trabajo, cualquier acción y pensamiento que produzca un efecto es llamado karma. Así, la ley de karma significa ley causal de inevitable causa y secuencia. Dondequiera que haya una causa, un efecto, se produce; esta necesaria, consecuencia no puede ser evitada, y esta ley de karma según nuestra filosofía, existe en todo el universo. Todo lo que vemos, sentimos o hacemos, cualquier acto hecho en alguna parte del universo, mientras, por una parte, es el efecto de una acción anterior, por la otra, se convierte a su vez en causa y produce su propio efecto. Es necesario, junto con esto, considerar lo que significa la pa1abra "ley". Por ley se entiende la tendencia a repetirse de una serie de fenómenos...”

“.... Cada idea, o, según nuestra psicología, cada onda que se produce en la sustancia mental, chitta, debe dar origen siempre a ondas similares. Esta es la idea sicológica de asociación, y lo causal es sólo un aspecto de este grande y penetrante principio de asociación...”

“...En el mundo externo la idea de leyes es la misma que en lo interno - la espera de que un fenómeno particular sea seguido por otro y que la serie se repita. Por lo tanto, estrictamente hablando, la ley no existe en la naturaleza. Prácticamente, es un error decir que la gravitación existe en la tierra o que hay alguna ley que exista objetivamente en alguna parte de la naturaleza. La ley es el método, la manera en que nuestra mente percibe una serie de fenómenos; todo está en la mente. Ciertos fenómenos que ocurren uno tras otro o juntos, y seguidos por la convicción de la regularidad de su repetición, capacitan a nuestras mentes para percibir el método de toda la serie y constituyen lo que llamamos ley. La inmediata cuestión a considerar es lo que significamos cuando decimos que una ley es universal. Nuestro universo es esta porción de existencia que está caracterizada por lo que los psicólogos sánscritos llaman desa-kála-nimitta, o sea, lo que la psicología europea llama espacio, tiempo y causa. Este universo es sólo una parte de la existencia infinita, puesta en un molde particular, compuesto de tiempo, espacio y causa. De ahí, se deduce necesariamente, que las leyes sólo son posibles dentro de este universo condicionado; más allá de él no puede haber ley alguna. Cuando hablamos del universo sólo nos referimos a aquella porción de existencia que está limitada por nuestra mente; el universo de los sentidos, el que podemos ver, sentir, tocar, oír, pensar e imaginar; éste sólo está bajo la ley, pero más allá de él, la existencia no puede estar, sujeta a ley, porque la causación no se extiende más allá del mundo de nuestras mentes. Cualquier cosa que esté fuera del alcance de nuestra mente y sentidos no estaría sometida, a la ley de causación, puesto que no hay asociación mental de cosas en la región inaccesible a los sentidos, ni causación sin asociación de ideas. Es sólo cuando "el ser" o existencia está moldeado en un nombre y forma, que obedece a la ley de causación, y se dice que está bajo la ley; porque toda ley tiene su esencia en la causación. Por lo tanto, vemos, al momento, que no puede haber cosa tal como libre albedrío; las mismas palabras son una contradicción, porque la vo1untad es lo que conocemos, y todo lo que conocemos está dentro de nuestro universo, y todo lo que está dentro de nuestro universo está moldeado por las condiciones de espacio, tiempo y causación. Cuanto conocemos y podemos conocer está por fuerza sometido a la ley de causación, y lo que obedece a la ley de causación no puede ser libre. Obran sobre él otros agentes y se transforma a su vez en causa. Pero aquello que se ha convertido en voluntad, que no era voluntad antes, pero que, cuando cayó en este mundo de espacio, tiempo y causación se ha convertido en la voluntad humana, es libre; y cuando esta voluntad salga de este molde de espacio, tiempo y causación será libre otra vez. De la libertad viene, se amolda a la esclavitud, se libra de ella y vuelve de nuevo a la libertad. Se ha querido saber de quién proviene este universo, en quién se sustenta y hacia quién va; y se ha respondido que proviene de la libertad, se sustenta en la esclavitud, y vuelve de nuevo a la libertad. Así, cuando decimos del hombre que no es sino el ser infinito manifestándose, significamos que sólo una parte muy pequeña de él es hombre; este cuerpo y esta mente que vemos son tan sólo una parte del todo, sólo un punto de la existencia infinita. Todo este universo es tan sólo una partícula de la infinita existencia; y todas. nuestras leyes y limitaciones, nuestras alegrías y tristezas, nuestras felicidades y esperanzas, sólo están dentro de este pequeño universo; todo nuestro progreso y decadencia están dentro de su pequeño ámbito. De manera que veis cuán infantil es esperar una continuación de este universo -creación de nuestras mentes-, y esperar ir al cielo, que después de todo, sólo puede significar una repetición de este mundo que conocemos. Veis al momento que es un deseo imposible e infantil adoptar la totalidad de la existencia infinita a esta existencia limitada y condicionada que conocemos. Cuando un hombre dice que él tendrá una y otra vez esta misma cosa que tiene ahora, o como algunas veces he dicho, cuando pide una religión cómoda, debéis saber que ha degenerado tanto que no puede pensar en algo más elevado que lo que es actualmente; es tan sólo su mezquino presente cerco que la rodea, y nada más. Ha olvidado su naturaleza infinita y todo su pensamiento se circunscribe a esas pequeñas alegrías, tristezas y celos del momento. Piensa que esta cosa finita es lo infinito; y no sólo eso, ni se le ocurriría abandonar esta tonta idea. Se aferra desesperadamente a trishná, la sed de la vida, lo que los buddhistas llaman tanha y trissá. Puede haber millones de clases de felicidad, seres, leyes, progreso y causación actuando fuera de este pequeño universo que conocemos, y después de todo, la totalidad de esto comprende tan sólo una porción de nuestra naturaleza infinita. Para alcanzar la libertad tenemos que ir más allá de las limitaciones de este universo; aquí no puede ser hallada. El perfecto equilibrio o lo que los cristianos llaman la paz que trasciende toda comprensión no puede ser logrado en este universo, ni en el cielo, ni en lugar alguno donde nuestra mente y nuestros pensamientos puedan ir, los sentidos puedan sentir o la imaginación pueda concebir. Ninguno de esos sitios puede damos esa libertad, porque todos ellos estarían dentro de nuestro universo y éste se halla limitado por el espacio, el tiempo y la causación. Puede haber lugares que sean más etéreos que nuestra tierra, donde los placeres sean más intensos, pero aun esos lugares están dentro de nuestro universo y por lo tanto sujetos a la ley; por consiguiente, tenemos que ir más allá y la verdadera religión principia donde este pequeño universo termina. Estas pequeñas dichas, sufrimientos y conocimientos de las cosas terminan allí, y la realidad comienza. Mientras no abandonemos la sed de la vida, la fuerte atracción a esta existencia transitoria y condicionada, no tendremos ni siquiera esperanza de tener una vislumbre de esa infinita libertad que existe más allá. Es razonable entonces pensar que sólo hay una manera de obtener esa libertad, que es la meta de todas las más nobles aspiraciones de la humanidad y que esta es renunciar a esta pequeña vida, a este pequeño universo a esta tierra, al cielo, al cuerpo, a la mente y a todo lo que esté limitado y condicionado. Si renunciamos a nuestro apego por este pequeño universo de los sentidos o de la mente, seremos libres inmediatamente. El único modo de salir de la esclavitud es ir más allá de las limitaciones de la ley, trascender la causa. Pero es sumamente difícil dejar de aferrarnos a este universo; muy pocos lo logran. Nuestras escrituras mencionan dos modos de lograrlo. Uno es llamado “neti, neti” (esto no, esto no), el otro se llama “iti” (esto); el primero es el negativo, el segundo, positivo. La manera negativa es la más difícil, sólo posible para hombres de mentes excepcionalmente elevadas y de voluntades gigantescas, que simplemente se ponen de pie y dicen: "No, no acepto esto", y la mente y el cuerpo obedecen su voluntad, vencen su prueba. Pero hay muy pocos seres así. La gran mayoría de la humanidad elige la manera positiva, el camino del mundo, haciendo uso de todas las cosas que la esclavizan para romper con esas mismas limitaciones. Esta es también una clase de renuncia, sólo que se hace lenta y gradualmente, conociendo las cosas, gozando de ellas y obteniendo así experiencia, y conociendo la naturaleza de las cosas, hasta que la mente las abandona al fin y se vuelve desapegada. El primer modo de lograr el desapego es por el razonamiento, y el segundo por la acción y la experiencia. El primero, es la senda del gñana-yoga y está caracterizado por su rechazo a hacer obra alguna; el segundo, es el del karma-yoga en el cual se actúa sin cesar. Todos deben actuar en el universo. Sólo aquellos que están perfectamente satisfechos con el Ser, cuyos deseos van más allá del Ser, cuyas mentes nunca salen fuera del Ser, para quienes el Ser es Todo en todo, sólo aquéllos no actúan. El resto debe actuar. Una corriente que desciende, por su propia naturaleza, caen en un hoyo y forma un remolino, y después de girar un poco en este remolino, emerge nuevamente para seguir corriendo sin que nada la detenga. Cada vida humana se asemeja a esta corriente. Penetra en el remolino, se ve envuelta en este mundo de espacio, tiempo y causación, gira un poco, hablando de: "mi padre, mi hermano, mi nombre, mi fama, etc.", y al fin se escapa de él y recobra su libertad original. El universo todo está haciendo esto. Lo sepamos o no, seamos o no conscientes de ello, todos estamos tratando de librarnos de este sueño con ensueños que es el mundo. La experiencia del hombre en el mundo es lo que la capacita para poder escapar del torbellino. ¿Qué es el karma-yoga? El conocimiento del secreto de la acción. Vemos que todo el universo está actuando. ¿Para qué? Por la salvación, por la libertad; desde el átomo hasta el ser más elevado están actuando con un único fin, la libertad para la mente, para el cuerpo, para el espíritu. Todas las cosas están tratando siempre de obtener la libertad, huyendo de la esclavitud. El sol, la luna, la tierra, los planetas, todos tratan de librarse de su cautiverio. Las fuerzas centrífugas y centrípetas de la naturaleza son en verdad típicas de nuestro universo. En vez de ser maltratados en este universo para, tras grandes fatigas, llegar a conocer las cosas tal como son, aprendemos del karma-yoga el secreto de la acción, el método para actuar, y el poder de toda obra organizada. Una enorme energía puede ser gastada en vano si no conocemos cómo utilizarla. El karma-yoga hace una ciencia de la acción, por ella aprenderéis la manera de utilizar mejor todas las actividades de este mundo. La acción es inevitable, así debe ser; pero debemos actuar con el más elevado propósito. El karma-yoga nos lleva a admitir que este mundo es un mundo de cinco minutos, que es alguna cosa que tenemos que atravesar, y que la libertad no está aquí, sino que debe ser hallada “más allá”. Para hallar el modo de escapar de los lazos del mundo debemos pasar por él con lentitud y seguridad. Puede haber individuos excepcionales como los que recién he mencionado, capaces de apartarse del mundo y abandonarlo, como una culebra abandona su piel y apartada de ella la contempla. Existen, sin duda, esos seres excepcionales; pero el resto de la humanidad tiene que pasar lentamente por el mundo de la acción; el karma - yoga muestra el proceso, el secreto y el método de actuar logrando las mayores ventajas. ¿Qué es lo que dice? "Trabaja incesantemente, pero abandona todo apego a la obra". No os identifiquéis con cosa alguna. Mantened vuestra mente libre. Todo esto que veis, dolores y miserias, son sólo condiciones necesarias de este mundo; la pobreza, riqueza y felicidad sólo son momentáneas, no pertenecen en modo alguno a nuestra naturaleza real. Nuestra naturaleza real está mucho más allá del sufrimiento y la felicidad, más allá de todos los objetos de los sentidos, más allá de la imaginación; y sin embargo debemos seguir actuando todo el tiempo. "El sufrimiento proviene del apego, no de la acción en sí". Tan pronto como nos identificamos con la obra que hacemos, nos sentimos desdichados; pero no identificándonos con ella no sentimos ninguna aflicción. Si un hermoso cuadro perteneciente a otra persona se quemara, no por eso, generalmente, un hombre se siente desgraciado, pero cuando es su propio cuadro el que se quema, ¡cuán desdichado se considera! ¿Por qué? Los dos eran hermosos cuadros; tal vez copias del mismo original, pero en un caso se siente mucha más aflicción que en el otro. Es que en un caso se identifica el hombre con el cuadro y en el otro no. Este "yo y mío" es la causa de todo dolor. Con el sentido posesivo viene el egoísmo y el egoísmo desemboca en el sufrimiento. Cada acto y pensamiento egoísta nos ata a alguna cosa, e inmediatamente nos convertimos en esclavos. Cada onda en el chitta que dice: "yo y mío", inmediatamente, pone una cadena a nuestro cuello y nos hace esclavos; y cuanto más digamos "yo y mío" más aumenta la esclavitud y más la aflicción. Por lo tanto, el karma-yoga nos enseña a disfrutar de la belleza de todos los cuadros del mundo, pero sin identificamos con ninguno de ellos. Nunca digáis "mío". Siempre que digáis tal cosa es mía, el sufrimiento vendrá inmediatamente. Ni siquiera digáis "hijo mío" mentalmente. Poseed el niño, pero no digáis "mío". Si lo hacéis, vendrán las desdichas. No digáis "mi casa" ni "mi cuerpo". Toda la dificultad está aquí. El cuerpo no es vuestro, ni mío, ni de nadie. Los cuerpos vienen y van por las leyes de la naturaleza, pero, nosotros somos libres, estamos como testigos. Este cuerpo no es más libre que un cuadro o una pared. ¿Por qué hemos de ligarnos tanto a un cuerpo? Si alguno pinta un cuadro, lo termina y se va. No proyectéis ese tentáculo del egoísmo, "yo debo poseerlo". Tan pronto como se proyecte comenzará la desdicha. Por tanto, el karma-yoga dice: destruid primero la tendencia a proyectar ese tentáculo del egoísmo, y cuando tengáis el poder de refrenarlo, mantenedlo sujeto en lo interno y no permitáis que la mente tome de nuevo los caminos del egoísmo. Entonces podréis salir al mundo y trabajar todo lo que podáis. Frecuentad cualquier lugar; id a donde os plazca; nunca seréis contaminados por el mal. Hay una hoja de loto en el agua; el agua no puede tocarla ni adherirse a ella; así seréis vosotros en el mundo. Esto se llama vairágya, serenidad de ánimo y desapego. Creo haberos dicho que sin desapego no puede haber yoga de ninguna clase. El no ligarse a cosa alguna es la base de todos los yogas. El hombre que ha renunciado a vivir en su casa, a usar ricos vestidos y a comer alimentos delicados y se va al desierto, puede ser el más apegado de los individuos. Su única posesión, su cuerpo, puede llegar a ser todo para él; y mientras viva estará simplemente luchando por amor a su propio cuerpo. El desligarse no significa algo que podamos hacer en relación con nuestro cuerpo denso, todo está en la mente. La cadena que nos esclaviza de "yo y mío" está en la mente. Si no tenemos estos eslabones con el cuerpo ni con las cosas de los sentidos, estaremos desligados, dondequiera que estemos y cualquiera podamos ser. Un hombre puede ocupar un trono y estar perfectamente desligado; otro puede vestir harapos y sin embargo estar muy ligado. Primero tenéis que alcanzar este estado de desapego y luego trabajar incesantemente. El karma-yoga da el método que nos ayudará a renunciar a todo apego, aunque ciertamente es muy difícil...”

“...El karma-yoga nos enseña que la idea corriente del deber está en un plano inferior; no obstante, todos tenemos que cumplir nuestro deber. Sin embargo, podemos ver que, este sentido peculiar del deber es, con mucha frecuencia, la causa más grande de nuestras desdichas. El deber se vuelve una enfermedad para nosotros; nos empuja siempre hacia adelante. Se apodera de nosotros y hace toda nuestra vida miserable. Es la ruina de la vida humana. Este deber, esta idea del deber es como el sol de un mediodía de verano que abrasa lo más íntimo del alma humana. ¡Mirad a esos pobres esclavos del deber! El deber no les deja tiempo ni para rezar sus oraciones, ni para bañarse. El deber está siempre sobre ellos. Van a trabajar; el deber está sobre ellos; vuelven a casa, y piensan en el trabajo que van a hacer al día siguiente. ¡El deber pesa sobre ellos! Es vivir la vida del esclavo, hasta que, al fin, caen en la calle y mueren en plena actividad, como un caballo. Esta es la manera como se interpreta el deber. El único deber verdadero es ser desapegados y actuar como seres libres, ofrendando todos nuestros actos al Creador, sea esto lo que sea. Todos nuestros deberes son Suyos. Dichosos nosotros los que recibimos órdenes aquí. Servimos mientras nos corresponde hacerlo, si lo hacemos bien o mal ¿quién lo sabe? Si lo hacemos bien, no recogemos los frutos. Si lo hacemos mal, no tenemos por qué preocuparnos. Estad tranquilos, sed libres y trabajad. Esta clase de libertad es una cosa muy difícil de alcanzar. ¡Cuán fácil es interpretar la esclavitud como deber - el mórbido apego a las pasiones groseras del hombre como deber! Los hombres entran en el mundo y comienzan a luchar y pelear por conseguir dinero o cualquier otra cosa por la cual sienten apego. Preguntadles por qué lo hacen. Os dirán: "es un deber hacerlo". Es la absurda avidez de oro y de ganancia, y tratan de cubrirla con unas pocas flores. ¿Qué es el deber, después de todo? Es realmente el impulso de lo carnal, de todos nuestros apegos; y cuando un apego queda bien establecido, le llamamos "deber". Por ejemplo, en los países donde no existe el matrimonio no hay deberes entre el marido y la mujer; cuando viene el matrimonio, el esposo y la esposa viven juntos en virtud de ese lazo; y este tipo de vida que los une llega a establecerse después de generaciones; cuando está de este modo establecida, se hace un deber. Es, por así decir, una especie de enfermedad crónica. Cuando es aguda la llamamos enfermedad, cuando es crónica la consideramos algo natural. Es una enfermedad. Así, pues, cuando un apego se hace crónico lo bautizamos con el sonoro nombre de deber. Esparcimos flores sobre él, le tocamos trompetas, le recitamos textos de 1ibros sagrados, y luego el mundo entero sigue luchando, y los hombres, diligentemente, se roban entre sí en nombre del deber. El deber es bueno hasta tanto reprima la brutalidad. Para el tipo más bajo de los hombres, que no pueden tener ningún otro ideal, es de algún bien; pero aquellos que quieran practicar karma yoga deben tirar por la borda esta idea del deber. No hay deber para vosotros ni para mí. Cualquier cosa que le negáis para dar al mundo, dadle de cualquier modo, mas no como un deber. No tengáis ningún pensamiento acerca de ello. No os sintáis obligados. ¿Por qué tenéis que estar obligados a hacerlo? Todo lo que hagáis como una obligación sirve para crear ligaduras. ¿Por qué habéis de tener ningún deber? Ordenadlo todo a Dios. En este tremendo horno ardiente donde el fuego del deber abrasa a todos, bebed esta copa de néctar y sed felices. Todos estamos haciendo simplemente Su voluntad y nada tenemos que ver ni con recompensas ni con castigos. Si queréis la recompensa también tendréis el castigo; la única manera de librarse del castigo es renunciar a la recompensa. La única manera de librarse de la desdicha es abandonar la idea de la felicidad, porque las dos son eslabones de una misma cadena. A un lado está la felicidad, en el otro la desdicha. De un lado está la vida, del otro la muerte. El único modo de ir más allá de la muerte es abandonar el amor a la vida. La vida y la muerte son la misma cosa, vista desde diferentes puntos. Así, pues, la idea de felicidad sin desdicha o de vida sin muerte es muy buena para escolares y niños; pero, el pensador ve que toda es una contradicción de términos y renuncia a ambos. No busquéis ninguna alabanza ni recompensa cualquiera sea la cosa que hagáis. Tan pronto como hacemos una buena acción comenzamos a desear que sea tenida en cuenta. Tan pronto como damos dinero para alguna obra de caridad, queremos ver nuestro nombre en los diarios. Sólo la desdicha puede venir como resultado de tales deseos. Los más grandes hombres del mundo murieron desconocidos. Los Buddhas y los Cristos que conocemos son tan sólo héroes de segunda categoría, comparados con los más grandes hombres de quienes el mundo nada conoce. Centenares de esos héroes desconocidos han vivido en cada país, actuando silenciosamente. En silencio vivieron y en silencio murieron; y con el tiempo sus pensamientos hallaron expresión en los Buddhas o Cristos, y son éstos los que llegan a ser conocidos por nosotros. Los hombres más elevados no buscan renombre ni fama por su conocimiento. Esparcen sus ideas en el mundo; no reclaman nada para sí ni establecen escuelas ni sistemas en su nombre. Su naturaleza toda rechaza tales cosas. Son los puros sáttvicos (serenos, bondadosos), que jamás crean agitación alguna y sólo difunden amor. Yo he visto un yogui así, que vive en una caverna en la India. Es uno de los hombres más maravilloso que yo he visto. Ha perdido de tal modo el sentir de su propia individualidad, que podemos decir que el hombre en él ha desaparecido completamente, dejando tras sí sólo la inter penetrante sensación de lo divino. Si un animal le muerde en un brazo está pronto para darle el otro también y decir que es la voluntad del Señor. Sólo del Señor le llegan a él todas las cosas. Él no se muestra a los hombres y sin embargo es un depósito de amor y de verdaderas y nobles ideas. En el orden, siguen después los hombres con mayor actividad, naturalezas combativas que toman las ideas de los perfectos y las predican al mundo. La clase más elevada de hombres acumulan silenciosamente ideas nobles y verdaderas y otros -los Buddhas y Cristos- van de lugar en lugar predicándolas y trabajando por ellas. En la vida de Gautama Buddha notamos que constantemente dice que él es el vigesimoquinto Buddha. Los veinticuatro Buddhas anteriores a él son desconocidos para la historia, aunque el Buddha históricamente conocido debe haber edificado sobre los cimientos establecidos por aquéllos. Los hombres más elevados son tranquilos, silenciosos y desconocidos. Son los hombres que realmente conocen los poderes del pensamiento; están seguros de que, aunque se vayan a vivir a una caverna, cerrando su entrada y sólo piensen cinco pensamientos verdaderos y luego mueran, esos cinco pensamientos suyos vivirán toda la eternidad. Ciertamente, tales pensamientos penetrarán a través de las montañas, cruzarán los océanos y recorrerán todo el mundo. Entrarán profundamente en el corazón y en el cerebro humano y levantarán a los hombres y mujeres, quienes les darán expresión práctica en las actividades de la vida humana. Esos hombres sáttvikas están demasiado cerca del Señor para ser activos y luchar, actuar, esforzarse, predicar y hacer el bien, como ellos dicen, aquí sobre la tierra, a la humanidad. El hombre activo, por bueno que sea, tiene todavía un resto de ignorancia en sí. Cuando todavía quedan algunas impurezas en nuestra naturaleza, sólo entonces podemos actuar. Está en la naturaleza de la acción el ser comúnmente impelido por algún motivo y apegos. Ante una Providencia siempre activa que nota hasta la caída de un gorrión, ¿cómo puede el hombre atribuir importancia alguna a su propio trabajo? ¿No equivaldría ello a una blasfemia sabiendo que me cuida hasta de las cosas más minúsculas del mundo? Nosotros sólo debemos decirle a Él con amor y reverencia: "que sea Tu voluntad". Los hombres más elevados no pueden actuar, porque en ellos no hay apego. Aquellos cuya alma entera ha penetrado en el Ser, cuyos deseos están confinados al Ser, que han llegado a una asociación ininterrumpida con el Ser, para ellos no hay ninguna obra que realizar. Tales son, en verdad, los más elevados del género humano pero, aparte de ellos, todos los demás tienen que trabajar. Al actuar, jamás deberíamos pensar que podemos ayudar ni aun a la más insignificante cosa de este universo. No podemos. Sólo nos ayudamos a nosotros mismos en este gimnasio del mundo. Tal es la actitud correcta de quien actúa. Si trabajamos de este modo, si recordamos siempre que nuestra presente oportunidad de trabajar así es un privilegio que nos ha sido dado, nunca quedaremos ligados a cosa alguna. Millones de individuos como vosotros y como yo, pensamos que somos grandes hombres en el mundo, pero morimos todos y en cinco minutos el mundo se ha olvidado de nosotros. Pero, la vida de Dios es infinita. "¿Quién puede vivir un momento, respirar un momento, si no es por la voluntad de este Uno todopoderoso?”: Él es la Providencia siempre activa. Todo poder es Suyo y está dentro de Su mandato. Por Su mandato los vientos soplan, el sol brilla, la tierra vive y la muerte está al acecho sobre la tierra. Él es Todo en todo. Él lo es todo y está en todo. Nosotros sólo podemos adorarlo. Renunciad a todo fruto de la acción, haced bien por amor al bien, y sólo entonces llegará el perfecto desapego. Así se romperán los lazos del corazón y realizaremos la libertad perfecta. Esta libertad es, realmente, la meta del karma-yoga...”

“...Todas las religiones y todos los métodos de acción y adoración nos conducen a la única y misma meta. He procurado ya indicaros cuál es esa meta. Es la libertad tal como yo la entiendo. Todo cuanto percibimos en torno nuestro está luchando por esa libertad, desde el átomo al hombre, desde la insensible partícula de materia, falta de vida, hasta la existencia más elevada de la tierra, el alma humana. El universo entero es, en verdad, el resultado de esta lucha por la libertad. En todas las combinaciones cada partícula trata de seguir su propio camino y apartarse de las demás. Pero las otras la comprimen. Nuestra tierra procura huir del sol, y la luna de la tierra. Todas las cosas tienden a una dispersión infinita. Todo lo que vemos en el universo tiene por base esta lucha hacia la libertad: es bajo el impulso de esta tendencia que el santo ora y el ladrón roba. Cuando la línea de acción tomada no es la debida, la llamamos mal, y cuando la manifestación de ella es correcta y elevada, la llamamos bien. Pero el impulso es el mismo, la lucha hacia la libertad. El santo está oprimido con el conocimiento de su estado de cautiverio y necesita librarse de ello; por eso adora a Dios. El ladrón está oprimido con la idea de que no posee ciertas cosas y trata de deshacerse de esa necesidad, verse libre de ella; por eso roba. La libertad es el fin único de toda la naturaleza, sea sensible o insensible; y consciente o inconscientemente todo lucha por ese fin. La libertad que el santo busca es muy distinta de la que busca el ladrón; la libertad amada por el santo le lleva al goce de la dicha infinita e inefable, mientras que aquélla en la que el ladrón ha puesto su corazón sólo forja otras cadenas para su alma. En todas las religiones se puede encontrar la manifestación de esta lucha por la libertad. Es el fundamento de toda moralidad, del desprendimiento, lo que significa abandonar esa idea de que el hombre no es nada más que estos insignificantes cuerpos. Cuando vemos que un hombre hace una buena acción ayudando a otros, significa que no puede estar confinado dentro del limitado círculo de "yo y mío". No hay límite para este alejamiento del egoísmo. Todos los grandes sistemas de ética predican como meta el absoluto inegoísmo. Suponed que este absoluto inegoísmo fuera alcanzado por un hombre, ¿qué sería de él? Ya no sería el pequeño Fulano de Tal; habría adquirido expansión infinita. Esa pequeña personalidad que él tenía antes, la habría perdido ahora para siempre; se habría vuelto infinito, y el logro de esta expansión infinita es, en verdad, la meta de todas las religiones y de todas las enseñanzas filosóficas y morales. El egoísta, cuando oye exponer filosóficamente esta idea, se asusta. Al mismo tiempo, si él predica moralidad, está enseñando, después de todo, la misma idea. Él no pone ningún límite al altruismo del hombre. Suponed que un hombre llegara a ser perfectamente altruista bajo el sistema egoísta, ¿cómo haríamos para distinguirlo de los que lograron la perfección por otros sistemas? Él ha llegado a ser uno con el universo, y llegar a ser esto es el fin de todos; sólo que los pobres egoístas no tienen el coraje de seguir su propio razonamiento hasta llegar a la correcta conclusión. El karma-yoga es el logro mediante la acción altruista, de esa libertad que es la meta de toda humana naturaleza. Cada acción egoísta, por lo tanto, retarda nuestra llegada a la meta, y cada acción altruista nos lleva hacia ella; por esto, la única definición que se puede dar de moralidad es: aquello que es egoísta es inmoral, y lo que es altruista es moral...”

“...El karma yoga, por lo tanto, es un sistema destinado a alcanzar la libertad mediante el inegoísmo y las buenas obras. El practicante no necesita creer en ninguna doctrina. Puede aún ni creer en Dios, puede no inquirir nada acerca de su alma ni pensar en ninguna especulación metafísica. Tiene su propio objetivo, su modo especial de alcanzar el altruismo, y debe lograrlo por sí solo. Cada instante de su vida debe ser realización, porque él tiene que resolver solo por la acción, sin ayuda de doctrina teórica alguna, el mismo problema al cual el gñani aplica su razón e inspiración y el bhakta su amor. Ahora viene la cuestión siguiente: ¿Qué es esta acción? ¿Qué es esto de hacer bien al mundo? ¿Podemos hacer bien al mundo? En un sentido absoluto, no; en un sentido relativo, sí. No se puede hacer ningún bien permanente o perdurable al mundo; si se pudiera hacer, el mundo no sería lo que es. Podemos satisfacer el hambre de una persona por cinco minutos, pero volverá a tener hambre otra vez. Vemos que todo placer que se puede brindar es sólo momentáneo. Nadie puede curar permanentemente esta intermitente fiebre de gozo y desgracia. ¿Puede darse alguna felicidad permanente al mundo? No podemos producir una ola en el océano sin causar una depresión en alguna otra parte. La suma total de las cosas buenas del mundo ha sido siempre la misma en su relación a las necesidades y deseos del hombre. No puede ser aumentada ni disminuida. Tomad la historia de la raza humana tal como la conocemos hoy. ¿No hallamos las mismas desdichas y las mismas felicidades, los mismos placeres y desgracias, las mismas diferencias de posición? ¿No son algunos ricos, otros pobres, unos altos, otros bajos, unos sanos y otros enfermos? Exactamente lo mismo que les acontecía a los egipcios, griegos y romanos de los antiguos tiempos, les acontece a los americanos y europeos de hoy en día. En toda la historia que conocemos, siempre ha sido igual; sin embargo, al mismo tiempo vemos que marchando a la par de todas esas incurables diferencias de placer y dolor, siempre ha habido la lucha por aliviarlas. Cada período de la historia ha engendrado millares de hombres y mujeres que se han esforzado por hacer, para los demás, más llevadero su pasaje por la vida. ¿Y hasta dónde lo han logrado? Sólo podemos jugar tirando la pelota de un lado para otro. Quitamos el dolor del plano físico y se va al mental. Es como la escena del infierno de Dante en que al avaro se le da una enorme pelota de oro para que la haga subir hasta la cima de una colina. Cada vez que consigue subirla un poco, se vuelve a caer. Todas nuestras revoluciones liberales y burguesas, son muy lindas como cuentos para escolares, pero no pasan de eso. Todos los pueblos que sueñan con ellas piensan también que, entre todos los pueblos del mundo, ellos tendrán lo mejor para sí. ¡Esta es la maravillosa idea altruista de las revoluciones! No podemos añadir felicidad a este mundo; del mismo modo, tampoco nos es posible agregarle dolor. La suma total de las energías de placer y dolor desplegadas aquí, en la tierra, será la misma siempre. La empujamos de este lado para el otro y de aquél para éste, pero ella será siempre la misma, porque el perdurar así está en su misma naturaleza. Este flujo y reflujo, este subir y bajar, está en la naturaleza misma del mundo; sostener lo contrario sería como decir que puede haber vida sin muerte. Esto es totalmente insensato, porque la idea de vida implica la de muerte, y la idea de placer, la de infelicidad también. La lámpara está ardiendo constantemente, y esta es su vida. Si queréis tener vida, tenéis que estar muriendo a cada momento por ella. Vida y muerte son sólo expresiones diferentes de la misma cosa, vista desde diferentes ángulos; son el ascenso y descenso de la misma onda, formando las dos un todo. Uno mira al lado del "descenso" y se hace pesimista, otro mira al lado del "ascenso" y se hace optimista. Cuando un niño va a la escuela y sus padres lo cuidan, todo le parece dichoso; sus necesidades son simples y es un gran optimista. Pero el anciano, con su variada experiencia, se hace más reposado, y es seguro que sus entusiasmos ya son muy escasos. Así, también, los pueblos viejos, con signos de decadencia, están propensos a tener menos esperanzas que los pueblos jóvenes. Hay un proverbio en la India: "Mil años ciudad y mil años bosque". Este cambio de ciudad en bosque y viceversa ocurre en todas partes, y hace los pueblos optimistas o pesimistas según el lado del cual se mira. La siguiente idea a tratar es la idea de igualdad. Esas ideas han sido siempre una gran fuerza motora para la acción. Muchas religiones predican esto como parte de sus enseñanzas - que Dios ha de venir a regir este universo y que entonces no habrá ninguna diferencia en las condiciones. Las personas que predican esta doctrina son meros fanáticos, y los fanáticos son, ciertamente, los más sinceros de la humanidad. El cristianismo ha sido predicado, precisamente, basándose sobre la fascinación de este fanatismo, y esto es lo que le hizo tan atractivo a los esclavos griegos y romanos. Creyeron que bajo la religión del milenio no habría más esclavitud; que habría lo suficiente para comer y beber; y, por lo tanto, se agruparon en torno a la causa cristiana. Los que al principio predicaron la idea fueron, desde luego, fanáticos ignorantes, pero muy sinceros. En los tiempos modernos esta aspiración al milenio toma la forma de la igualdad, esto es libertad, igualdad, fraternidad. Esto también es fanatismo. La verdadera igualdad jamás existió ni existirá sobre la tierra. ¿Cómo podemos ser aquí todos iguales? Esta imposible clase de igualdad implica la muerte total. ¿Qué hace al mundo lo que es? El equilibrio perdido. En el estado primordial, que se llama Caos, hay perfecto equilibrio. ¿Cómo han surgido todas las fuerzas creadoras del universo? Por la lucha, la competencia, el conflicto. Suponed que todas las partículas de la materia estuviesen en equilibrio, ¿habría algún proceso de creación? Sabemos, por la ciencia, que esto es imposible. Agitad la superficie del agua y veréis que cada partícula de ella trata de volver a la calma otra vez, precipitándose unas contra las otras; y así ocurre con todos esos fenómenos que llamamos universo -todas las cosas que hay en él- están luchando por volver al estado de perfecto equilibrio. De nuevo una perturbación se produce, y nuevamente tenemos combinación y creación. La desigualdad es la base misma de la creación. Al mismo tiempo, las fuerzas que luchan por lograr la igualdad son tan necesarias a la creación como aquellas que la destruyen. La igualdad absoluta, que sería el perfecto equilibrio de todas las fuerzas que se hallan en constante lucha en todos los planos, no puede nunca existir en este mundo. Antes de alcanzar ese estado, el mundo tendría que llegar a ser completamente inadecuado para toda clase de vida, y nadie habría ya en él. Vemos, por lo tanto, que todas esas ideas del milenio y de la absoluta igualdad, no sólo son imposibles en su realización sino también que, si pudiéramos llevarlas a cabo, nos conducirían, inevitablemente, al momento de la destrucción. ¿Qué es lo que hace la diferencia entre hombre y hombre? En gran parte, esta diferencia está en el cerebro. En nuestros días, nadie sino un lunático diría que todos nacemos con el mismo poder cerebral. Venimos al mundo dotados de desigual manera; venimos dotados con condiciones superiores o con condiciones inferiores; y no hay escape a esta condición determinada prenatalmente...”

“...La absoluta no-diferenciación es muerte. Mientras dure este mundo habrá diferenciación y así debe ser...”

“...Así como la desigualdad es necesaria para la creación, así lo es, también, la lucha para limitarla...”

 “...Es la diferencia entre esas dos fuerzas la que determina la índole de los motivos que impulsan a los hombres. Siempre existirán esos motivos para actuar, algunos tendiendo hacia la esclavitud y otros buscando la libertad. Este mundo, semejante a dos ruedas que giran una dentro de otra y en sentido opuesto, constituye un mecanismo terrible; si ponemos la mano en ella y nos llega a enganchar nos arrastra. Todos pensamos que luego de cumplir con un deber dado, podremos descansar; pero, antes de haber siquiera terminado parte de este deber, está ya otro esperándonos. Todos somos arrastrados por esta poderosa y compleja máquina del mundo. Sólo hay dos soluciones: una es renunciar a todo interés por la máquina, dejarla marchar y apartamos, abandonando nuestros deseos. Esto es muy fácil de decir, pero casi imposible de hacer. Yo no sé si entre veinte millones de hombres hay uno capaz de hacerlo. La otra solución consiste en sumergirse en el mundo y aprender el secreto de la acción, y esto es lo que enseña el sendero del karma-yoga. Sin escapar al engranaje de esa máquina que es el mundo, permaneced dentro de él y aprended el secreto de la acción. Mediante la acción correcta llevada a cabo en su interior, es también posible salir de él. Atravesando toda esta maquinaria podemos encontrar la salida...”

“...Todas las ideas de hacer al mundo perfectamente feliz pueden ser buenas como fuerza propulsora para los fanáticos; pero debemos saber que el fanatismo produce tanto mal como bien. El karma-yogui pregunta por qué se ha de necesitar otro móvil para actuar que el amor innato a la libertad. Alejaos del concepto común de recompensa. "A la acción tenéis derecho, no a sus frutos”.

“...Hagamos el bien porque es bueno hacer el bien; aquel que hace buenas acciones aun cuando lo haga por alcanzar el cielo, se liga a sí mismo, dice el karma-yogui. Cualquier acción ejecutada con el más mínimo motivo egoísta, en vez de acercamos a la libertad, forja un eslabón más en la cadena que aprisiona nuestros pies. De manera que la única solución consiste en renunciar a todos los frutos de la acción, no estar ligados a ellos. Sabed que este mundo no es "nosotros", ni "nosotros" este mundo; que nosotros realmente, no somos el cuerpo; que nosotros, en realidad, no actuamos. Somos realmente el Ser, eternamente en reposo y en paz. ¿Por qué hemos de estar aprisionados por cosa alguna? Es muy bueno decir que deberíamos ser perfectamente desapegados, pero, ¿cuál es la manera de lograrlo? Cada buena acción que hacemos sin ningún móvil ulterior, en vez de forjar un nuevo eslabón, romperá uno de los ya existentes en la cadena que nos amarra. Cada buen pensamiento que enviemos al mundo sin desear recompensa alguna, quedará almacenado y romperá un eslabón de la cadena, nos hará más y más puros, hasta que lleguemos a ser los más puros de los mortales. Sin embargo, todo esto puede parecer más bien quijotesco y demasiado filosófico, más teórico que práctico. He leído muchos argumentos contra el "Bhagavad-Guita" y son muchos los que afirman que si no hay un motivo los hombres no pueden actuar. Ellos sólo han visto actuar incansablemente bajo la influencia del fanatismo y, por lo tanto, hablan de esa manera...”

“...Todos los profetas del mundo, excepto Buddha, tuvieron motivos externos que los impulsaron a la acción altruista. Los profetas del mundo, con esta sola excepción, se pueden dividir en dos grupos: uno, que sostiene que ellos son encarnaciones de Dios venidos a la tierra, y otro que sólo sostienen ser mensajeros de Dios; ambos sacan su impulso para la obra del exterior, esperando recompensa de afuera, por más elevado que sea el lenguaje espiritual que ellos emplean. Pero Buddha es el único profeta que dijo: "No me interesa conocer vuestras diversas teorías acerca de Dios. ¿De qué sirve el discutir todas las sutiles doctrinas acerca del alma? Haced el bien y sed buenos. Y esto os llevará a la libertad y a toda verdad que haya, sea esta la que sea”.

“...Fue el primero que se atrevió a decir: "Creed, no porque existan algunos antiguos manuscritos; creed, no porque sea la creencia de vuestro país, o porque se os haya hecho creer así desde vuestra infancia; discurrid y razonadlo todo antes, y si después que lo hayáis analizado veis que hará bien a alguien y a todos, creedlo, vividlo, practicadlo y ayudad a los demás para que lo hagan suyo propio”.

“Lo hace mejor quien actúa sin ningún motivo: ni por dinero, ni por fama, ni por ninguna otra cosa; y cuando un hombre puede hacer esto, será un Buddha y de él surgirá el poder de actuar de tal manera como para transformar al mundo. Una persona así representa el más elevado ideal del karma-yoga.”

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