Curación Bioenergética




                     
             

  CURACIÓN BIOENERGÉTICA 
(Conferencia 2020)


Vamos a hablar del cuerpo y la mente desde el punto de vista de la Bioenergética. Hablamos de la conexión mente-cuerpo, del hecho de que la mente influye sobre el cuerpo, etc. Pero, además de las implicaciones, lo más importante es comprender lo que es esa cosa que llamamos mente. Creo que estamos en medio de una crisis de percepción y que está ocurriendo un cambio de paradigma. 

Es un cambio mundial de perspectiva debido a una crisis de percepción. Me voy a referir a la mecánica de la percepción porque lo que llamamos “realidad” está estructurada en base a nuestras experiencias sensoriales como prueba crucial de lo que es “real”. Se dice "ver para creer" y si se puede tocar, “es”. La crisis de percepción a la que me refiero, proviene de la duda de que esto sea así. 

Veamos el mecanismo de la percepción y cómo creamos lo que llamamos el Universo material. Hay un experimento fácil que Uds. pueden hacer: se ponen unas moscas en un frasco grande con tapa durante varios minutos. Si al cabo de ese tiempo, se quita la tapa, el 99.9% de las moscas no pueden salir del frasco. En base a esta experiencia sensorial inicial, las moscas y su mente-cuerpo, o lo que sea, han estructurado un compromiso consigo mismas de que ese es el límite de su universo. No pueden escapar de él, excepto una o dos pioneras que se las arreglan para salir. En la India se entrenan elefantes. Se hace algo interesante: se toma una cría de elefante y se le ata con una cuerda a una planta durante varias semanas. Cuando este elefante crece, si se le ata con una cadena a un árbol, puede romper la cadena o arrancar el árbol, pero si se le ata a una planta con una cuerda similar a la original, no podrá escapar. Cumple el compromiso con su cuerpo-mente; esa es su prisión. Este fenómeno se conoce entre los psicólogos como "compromiso cognoscitivo prematuro". Es un compromiso que hacemos con nuestro cuerpo-mente que finalmente estructura nuestra realidad. 

De manera que lo que vemos, es lo que nos enseñaron a ver, básicamente. Si no nos dijeron que existe, entonces no existe para nosotros. El sistema nervioso se desarrolla como respuesta a los estímulos nerviosos. Eso crea una cierta percepción del mundo y esa percepción del mundo estructura un sistema de creencias. 
Vivimos en una burbuja; una burbuja en la que somos colocados en el momento de nacer. Al principio está abierta, pero a partir de cierta edad empieza a cerrarse hasta que nos ha sellado en su interior, y la descripción que nos dieron del mundo, pasa a ser una visión. Esa burbuja es nuestra percepción. Vivimos dentro de esa burbuja toda la vida. Somos lo que pensamos y lo que decimos, y nuestro diálogo interno es lo que mantiene la visión.
 Puesto que nos atamos al lenguaje y a la razón, el nivel de lo visible es lo que consideramos como “la realidad”. Esta “realidad” parece poseer un orden, ser estable y predecible. Sin embargo, es escurridiza, temporal y siempre cambiante.
 Lo que juzgamos como “la realidad permanente”, solo es la apariencia superficial de una fuerza insondable, como veremos más adelante. 
 Pero no es así realmente lo exterior, “la realidad”. Sólo es así dentro de nuestra mente. 
 Nuestro error es creer que la única percepción digna de reconocerse es la que pasa por nuestra razón, por nuestra mente. 
 Desde mi punto de vista es un error entregar toda la vida a nuestra mente; nos roba nuestra herencia mágica y nos reduce a casi nada.
 Somos seres que perdemos nuestra verdadera naturaleza y nos cegamos con el brillo y el clamor del lugar donde vivimos: el mundo.
 Mirando alrededor podemos ver, con pena, seres que ignoran quienes son, perdidos en la tempestad de este, por otro lado, maravilloso mundo. 
 Pero no es esta la ocasión de hablar sobre esto. Hablamos de curación, pero debemos dejar claro que, si la “realidad” no existe más que en nuestra mente, la materia tampoco existe y, por lo tanto, la base científica de la Medicina de hoy es una superstición. Y esta superstición es que todo el mundo está compuesto por materia y que los cuerpos humanos también son materiales, y que el universo está compuesto de objetos separados que se relacionan en el espacio y el tiempo. 

Max Planck, fundador de la Teoría Cuántica, y por lo cual se le concedió el premio Nobel de Física, en el discurso de recepción de dicho premio, dijo: 
“Lo único que puede decirles un científico que ha dedicado toda su vida al estudio ortodoxo de la materia, es que ésta como tal no existe. Toda la materia surge y persiste debido, solamente, a una fuerza que causa que las partículas atómicas vibren, manteniéndolas juntas en el más diminuto de los sistemas solares: el átomo. Y, aun así, en todo el universo no hay fuerza que, por sí misma, sea inteligente o eterna y, por lo tanto, debemos asumir que detrás de estas fuerzas existe una Consciencia, una Mente Inteligente o Espíritu Superior”.

 La superstición del materialismo es, literalmente, la causa de nuestra lógica en la medicina occidental, y en lo que podríamos llamar medicina contemporánea. Toda la lógica de la medicina contemporánea se basa en esta superstición de que solamente somos máquinas físicas que han aprendido a pensar. Que, por alguna razón, esta danza de moléculas en nuestro cuerpo crea lo que llamamos el "pensamiento". Y podríamos decir, que nuestra medicina contemporánea ve el cuerpo como una escultura congelada. Si uno no puede digerir todo lo que comió, simplemente toma un Alka Seltzer y se "soluciona" el problema. Si no puede dormir de noche, se toma una pastilla para dormir. Y así con todas estas píldoras mágicas que tenemos. ¿Está ansioso? Tómese un tranquilizante. Se supone que le dará tranquilidad. Si tiene una infección, tome un antibiótico. Si tiene cáncer dese quimioterapia, radiación. Si tiene dolor en el pecho, tome nitroglicerina, o mejor aún, hágase una operación de "bypass". 
 Y así, sucesivamente. Todo muy “real”. Hoy, todavía estamos buscando todo tipo de pastillas mágicas. La búsqueda de esta solución mágica es constante. Pero todo el concepto está equivocado. Se basa en la idea de que el cuerpo es material y que los agentes materiales son la causa de la enfermedad. Los científicos tratan siempre de entender el mecanismo de la enfermedad. De eso, trata la ciencia. ¿Cuáles son los mecanismos de la enfermedad?; y luego ¿cómo podemos interferir con esos mecanismos para prevenir la enfermedad? 
 Lo que sucede, es que la confusión entre mecanismo y causa última, nos da la idea de que en realidad estamos haciendo algo. El hecho es que existe una gran desilusión, incluso dentro de la profesión médica, con respecto a este enfoque porque simplemente no funciona. Es un enfoque sintomatológico que no llega a la causa básica de la enfermedad, a su etiología, enmascara los síntomas de las enfermedades con tranquilizantes y pastillas para dormir.
  Las prescripciones médicas resultan ser la causa nº 1 de drogadicción en el mundo y la tercera causa de muerte. Y todos los días, leemos en los diarios sobre las drogas en las calles, sobre Colombia, y todo ese tráfico que se lleva a cabo a través del Estrecho, de las costas gallegas, etc. Pero observen las estadísticas publicadas. Desde 1962 a 1986 ha habido un aumento del 300% en drogadicción, debido a prescripciones médicas legales. Paradigmático es el caso de muertes por opioides en todo el mundo, pero especialmente en EE.UU. con más de 50.000 muertes al año, entre ocho y doce veces más elevadas que en España por el mismo motivo.
 En el mismo lapso, el crecimiento de la drogadicción en la calle es del 40%. No hay comparación. 
 Los antibióticos son hoy la causa nº 1 de muerte por infecciones, no la tuberculosis, aunque eso es lo que nos quieren hacer creer los periódicos.
 La Asociación Médica de California acaba de completar un estudio, patrocinado por una entidad de seguros de salud, que demuestra más allá de toda duda, de que en EE.UU. ocurren 80.000 muertes por año a causa de infecciones adquiridas en los hospitales, como resultado de organismos resistentes a los antibióticos. 
 Y aún en cáncer, donde creemos que estamos haciendo grandes adelantos, si observamos las últimas décadas, en los últimos 40 años encontraremos que la mortalidad (por edades) atribuible al cáncer, no ha bajado ni siquiera el 1%, sino que más bien ha aumentado. Se sabe que algunos tipos de cáncer son curables, por ejemplo, el Hodgkins y otros. Y, aun así, la comunidad médica que se ocupa de la inmunología teme que, en el futuro, la causa más frecuente de cáncer sea su mismo tratamiento, porque utilizamos drogas tan poderosas que equivalen literalmente a una guerra nuclear dentro de nuestro cuerpo que destruye el sistema inmunológico y nos hace más susceptibles a otros tipos de infecciones y a otros tipos de cáncer más terribles. 
¡Qué decir de las vacunas! Podría seguir con esto todo el día, pero esta charla no tiene por fin criticar el enfoque contemporáneo de la medicina. Este enfoque contemporáneo está siendo cuestionado actualmente por la comunidad médica y hay muchas escuelas médicas que están revisando todo este modelo. El modelo es erróneo. No es que los científicos no tengan buenas intenciones o que los médicos no quieran ayudar a sus pacientes. Por lo general, la mayoría de los médicos sí lo quieren hacer, y en ello se dejan la vida.
 La deuda que tiene el género humano con la profesión médica es grande, y el servicio rendido a la humanidad por esa profesión, contrarresta en gran parte el enfoque erróneo. Aunque es verdad que no lo saben todo, también es cierto que existe un pequeño porcentaje (mucho menor que en ninguna otra profesión) de clínicos y cirujanos que buscan sus propios intereses y no honran a su profesión; también podría decirse que ya saben bastante como para admitir que aún les queda mucho que aprender. Igualmente es verdad que constituye un gran grupo altruista y auto sacrificado dentro de la familia humana.
 El único problema es que está equivocado el modelo. Quizás haya que enterrar todo el modelo Newtoniano por obsoleto, porque en realidad está congelado en la idea de que somos máquinas físicas que han aprendido a pensar. 
 Por lo tanto, hoy me gustaría introducirles a otro modelo, el Bioenergético, que es también el modelo que se está haciendo contemporáneo como resultado del vislumbramiento de la física y de la neurobiología. Y este modelo no toma al cuerpo como una estructura congelada, sino más bien, literalmente, como una danza dinámica de energía inteligente. Se podría incluso decir que está más cerca del antiguo modelo hipocrático y también del modelo griego. 
 Heráclito, el filósofo griego, comparó el cuerpo humano con un río de energía y dijo: cuando uno mira un río, en verdad el río lo engaña a uno porque da la impresión de que siempre es el mismo río, pero en realidad está cambiando a cada momento. También dijo que uno no se puede meter en el mismo río dos veces porque siempre está entrando agua nueva. Da la impresión de no-cambio, pero en realidad está cambiando constantemente. 
 Hay una palabra técnica para esto en sánscrito, se llama Maya, (Ilusión). Parece una cosa, pero en realidad es otra
 Así como no se puede entrar en el mismo río dos veces, nuestro verdadero ser no puede entrar en el mismo cuerpo de carne y huesos dos veces. A decir verdad, los cuerpos físicos con que están sentados ahora, no son los mismos con los que entraron aquí hace un rato.
 Observemos todos los procesos que se llevan a cabo y tomemos uno de ellos: la respiración. 
 Con cada inhalación entran al cuerpo innumerables átomos. Con cada exhalación se sacan del cuerpo otros tantos, se exhalan literalmente fragmentos del corazón, del riñón y del sistema nervioso, fragmentos de nuestro cuerpo y, hablando físicamente, los estamos compartiendo unos con otros. No existen límites bien definidos. Estamos intercambiando los órganos de nuestros cuerpos, unos con otros y con el resto del universo. 
 Tanto los matemáticos, como los científicos en radio-isótopos, han desarrollado cálculos extraordinarios para demostrar, más allá de cualquier duda, que en este momento hay en nuestros cuerpos un millón de átomos adicionales que en las últimas tres semanas estaban en el cuerpo de otra persona. En este mismo momento, ustedes tienen en sus cuerpos alguna enzima, o partes de átomos que en algún momento estuvieron funcionando en el cuerpo de Cristo, de Mahatma Gandhi, de Gengis Khan, etc., por nombrar algunas personas notables. Todos tenemos una enésima parte de cada ser humano que vivió alguna vez en este planeta. Así que, ¿cómo podemos estar separados de lo que sucede en nuestro planeta? 
 Una expresión común en la Física es que, cuando vibra un electrón, se sacude el Universo. Y esto es totalmente cierto. Los estudios sobre radio-isótopos demuestran que reemplazamos el 98% de todos los átomos de nuestro cuerpo en menos de un año, formamos una nueva piel cada mes, un nuevo hígado cada seis semanas, un nuevo esqueleto cada tres meses, una nueva pared estomacal cada cinco días. Hasta las células cerebrales con que pensamos tienen átomos como carbono, hidrógeno, nitrógeno, etc., que hace un año no estaban ahí. 
 El ADN constituye la información genética que poseemos, donde se encuentra literalmente toda la información de toda la historia evolutiva, no sólo del ser humano, sino de todas las especies biológicas. Este ADN (con toda la información del Universo) que tenemos ahora, no es el mismo que teníamos hace seis semanas. El carbono, hidrógeno, nitrógeno, etc., como materia, no estaban allí hace seis semanas, por lo tanto, si uno cree que somos un cuerpo físico, entonces se crea un dilema: ¿a cuál nos referimos? El modelo de cuerpo que lucimos en 2020 no es el mismo que lucíamos en el 2019, ni el de tres meses atrás. En realidad, cambiamos parte de nuestros cuerpos físicos con menos trabajo y más rápidamente de lo que nos cambiamos de ropa. Y de manera total cada siete años. Pero el cuerpo físico, recordemos, es como el río que es siempre un nuevo río. Así que, si no somos el cuerpo físico que aprendió a pensar, ¿qué somos? ¿De dónde venimos?
 Hoy, los científicos nos dan algunas respuestas interesantes. 
 Si Uds. pudieran ver el cuerpo físico, desde el punto de vista de un investigador de la física cuántica, se darían cuenta que está compuesto por átomos y que los átomos están dispuestos a través de espacios vacíos, apareciendo, desintegrándose, desapareciendo constantemente. Estas partículas no son objetos materiales, aunque parezcan serlo; en realidad, son fluctuaciones de energía en el campo energético. 
 Veamos cómo se comporta “la materia”. 



 La presunta materia es tan inteligente que solo nos permite ver aquello que desea que veamos.
 Si pudiéramos ver el cuerpo tal cual es, lo veríamos, proporcionalmente, tan vacío como el espacio intergaláctico. Cada átomo del cuerpo es, en sí, un sistema solar completo. Repito, si pudiéramos verlo tal cual es, sin el artificio de la experiencia sensorial, sólo veríamos un gran vacío con algunos puntos y descargas eléctricas aisladas. Este vacío es el terreno esencial de nuestro ser. Y este vacío no es una porción vacía de nada, es una plenitud de inteligencia “no material”. 
 Eso es lo que somos: inteligencia no material que se expresa como cuerpo material. El cuerpo material viene y se va, pero la inteligencia no-material, la plenitud de inteligencia no-material permanece por siempre. Está más allá del tiempo y del espacio. Estructura la experiencia del cuerpo físico. 
 Permítanme, de nuevo, filosofar un poco: venimos de un mundo divino y volveremos a él. En nosotros existe lo efímero y lo eterno. Debemos servirnos de lo primero, el cuerpo, para alcanzar lo segundo.
 Si pudiéramos conocer esto mediante la experiencia y no sólo intelectualmente (porque intelectualmente todos los físicos se están poniendo de acuerdo en esto), entonces desaparecerían todos nuestros problemas, porque nos daríamos cuenta que no somos seres humanos con experiencias espirituales ocasionales, sino que, en verdad, somos seres espirituales con experiencias humanas ocasionales. Y ese cambio básico de percepción cambiaría nuestra crisis de identidad y también cambiaría completamente nuestra manera de interactuar entre nosotros, cambiaría todo el Universo y cómo lo experimentamos. 
 Fue la Dra. Candice Bert, quien primero demostró que cuando pensamos, o sentimos, o nos emocionamos, o deseamos algo, eso se transforma inmediatamente en una molécula, o sea, como la mente se transforma en materia. Al comienzo, se creyó que esa molécula se formaba en el cerebro; y por eso se denominó neuropéptido. "Neuro" porque pertenece al cerebro y "péptido" porque se parece a las proteínas. Candice Bert demostró que las fluctuaciones de energía en el campo energético en el que experimentamos un pensamiento, se transforman en ciertos péptidos en nuestro cerebro. Los llamó neuropéptidos. 
 Y así, es como se comunican las neuronas entre sí. Así, es como se hablan las células en el cerebro. 
 No lo hacen en inglés o castellano, sino en el lenguaje de estos neuropéptidos, de estas sustancias químicas, de estas moléculas mensajeras del espacio interior.
 Y eso es lo que somos. Ese vacío interior interactúa consigo mismo, crea fluctuaciones energéticas que experimentamos como pensamientos y luego, los fragmentos inteligentes de energía se transforman en moléculas de la mente denominadas péptidos. En realidad, estos péptidos son como pequeñas llavecitas que entran en la superficie de otras células, donde hay pequeñas ranuras para ellas, como pequeñas cerraduras. Así es que, cuando uno tiene un pensamiento, éste se transforma en una molécula que es como una llavecita, la cual viaja y luego encuentra su cerradura; y entra en esa cerradura. Y, una vez que entró en la cerradura, la célula recibe el mensaje. Estas cerraduras se llaman receptores, que hay en el cerebro. 
 Esto, en sí, ya era interesante. Pero lo que descubrió la Dra. Bert (que luego, confirmaron otros científicos), fue que existen receptores de estas moléculas de la mente, no sólo en las células cerebrales, sino en todas las células de todas partes. Cuando comenzaron a observar las células del sistema inmunológico, por ejemplo, las que protegen contra el cáncer, las infecciones, etc., encontraron receptores de los mismos mensajeros químicos en las células T, en las células B, en los monocitos. En otras palabras, nuestras células inmunológicas, las que nos protegen del cáncer y de las infecciones, están literalmente vigilando cada pensamiento, cada emoción, cada concepto que emitimos, cada deseo que tenemos. Cada pequeña célula T y B del sistema inmunológico, produce las mismas sustancias químicas que produce el cerebro cuando piensa. 
 Esto, lo hace todo muy interesante, porque ahora podemos decir que las células inmunológicas son pensantes. No son tan elaboradas, como lo es la célula cerebral que puede hacerlo en gallego, castellano, inglés, etc., pero sí piensa, siente, se emociona y desea, se alegra, se entristece, etc. Numerosos estudios demuestran que cuando una persona está triste y cuando esta tristeza es prolongada por causa de un trauma (especialmente, después de la muerte de un ser querido, de una pareja después de una relación larga, etc.), tiene mayor incidencia de cáncer u otras enfermedades. Esto, se debe a que las células inmunológicas están tristes y de luto; tienen un diálogo interno parecido a este: "déjennos solas, no queremos que nos molesten", y por lo tanto no se preocupan por las infecciones y cancerígenos que están flotando a su alrededor. Son células pensantes, son conscientes. 
 La Dra. Bert y otros científicos han descubierto que no sólo se trata de las células inmunológicas. Por donde quiera que uno mire, en el cuerpo, hay receptores de neuropéptidos. Pero ya no se les puede llamar neuropéptidos, porque no están confinados exclusivamente al sistema nervioso. Los produce el estómago, los intestinos, el colon, los riñones, las células del corazón. 
 Así que cuando decimos, "lo siento en mis entrañas", no estamos hablando simbólicamente, sino muy literalmente, ya que nuestros intestinos producen las mismas sustancias químicas que nuestro cerebro cuando piensa. Lo mismo ocurre cuando decimos: "mi corazón está triste". No hablamos simbólicamente, el corazón realmente está triste. 
 Así que la Dra. Bert, al igual que otros científicos que la han seguido, han demostrado por lo menos una cosa: que tenemos un cuerpo pensante. Que, en realidad, cada célula del cuerpo es una célula consciente, viva, pensante. Que, por lo tanto, no podemos confinar la mente al cerebro, sino que está en cada célula del cuerpo.
 Este es nuestro primer gran salto, porque creíamos que la mente se encontraba solamente en el cerebro. Está en TODO el cuerpo. Y el segundo gran salto que tenemos que dar, es que tampoco se puede confinar a todo el cuerpo, sino que está en todo el Universo. Este, es una GRAN mente no localizada que aparece aquí y allá, como la experiencia del pensamiento.
 TODO el Universo es un organismo consciente, vivo, pensante. 
 No somos máquinas físicas que aprendimos a pensar. En realidad, somos pensamientos de una mente universal que aprendimos a crear una máquina física. 
 Esta mente universal, que podríamos llamarla mente no-local; y si no les gusta este término pueden simplemente decir, el campo unificado interactuando consigo mismo a través de un proceso de fragmentación simétrica, se expresa como fuerzas de la naturaleza. 
 Y estas fuerzas naturales estructuran el Universo material. Pero estas fuerzas naturales, no son fuerzas al azar, no son solamente campos de fuerza, son campos de inteligencia e información. 

 Tendríamos que poner un factor más en la ecuación que todos conocemos: e=mc2. Podemos agregar una cosa más a la ecuación materia, energía. INFORMACIÓN
 Que el campo de energía también es un campo de información, y que éste es el pensamiento.
 Observen la palabra información (en formación): es el mecanismo creativo de donde surge la forma. Eso es lo que implica la palabra información. Transformación: una forma cambiante a otra. ¿Dónde ocurre esto? Esto ocurre en ese campo de ideas. Creo que hoy ya es muy claro que el pensamiento no ocurre sólo en el cerebro, ocurre en todas partes de nuestro cuerpo. Y la otra parte esencial, es que ocurre en todas partes simultáneamente.

 Lo que llamamos espíritu, o consciencia pura, es el campo de infinitas posibilidades. 
 Lo que llamamos mente, es la amplitud de probabilidades. 
 Y lo que llamamos el cuerpo, es simplemente una partícula congelada en el momento de la atención.

 Pero, nos confundimos con la partícula congelada en el momento de la atención y de ahí el temor a la muerte, y todos los problemas de la vida. Ese momento congelado de atención, ese cuerpo físico, no es más que una mascarada. Porque, debajo de ese momento congelado de atención, está la amplitud de probabilidades y después de eso, está el campo de posibilidades infinitas que es lo que nosotros realmente somos. Eso es la consciencia. 

Permítanme que les diga: No teman; nunca nos llegará la hora. Lo que llamamos muerte solo es un cambio de estado. Somos eternos, imperecederos.
 Creo que los biólogos, los físicos y las personas procedentes de campos espirituales, coinciden actualmente sobre esto. Por lo menos, los biólogos más actualizados, algunos de instituciones de mucho prestigio, hablan de la consciencia y de cómo trasciende la experiencia material, de cómo la consciencia no puede ser destruida. Esta sobrevive a la muerte física. Y, en realidad, esa es la fuente de toda creación. 
 Todo el universo es este único campo unificado de consciencia. Interactúa consigo mismo. Crea no sólo el cuerpo físico, sino también el Universo físico. 
(Ver el vídeo del pollito y dos ejemplos con Bioenergética). Al final de la charla veremos otro ejemplo con la Ley de Gravitación.

 Hace algunos años, se llevó a cabo un estudio en EE.UU. sobre los factores de riesgo para sufrir una afección cardíaca. En él se encontraron que el factor de riesgo nº1 no era el fumar, ni la hipertensión, ni el colesterol, ni la historia clínica familiar. De hecho, es interesante notar que la mayoría de personas con estos factores de riesgo, nunca llegan a sufrir dolencia cardíaca alguna. 
 El factor de riesgo nº 1 era el nivel de alegría y satisfacción con uno mismo, y el nº 2 la insatisfacción laboral.
 O sea que, si en la calle alguien nos pregunta, ¿eres feliz?, ¿amas tu trabajo? Si, honestamente, podemos contestar que si a las dos preguntas, seguramente nuestra salud es buena, o muy buena. 
 Por casualidad, a través de ese estudio se encontró que moría más gente en determinado día de la semana. ¿Adivinan cual? Si, el lunes. El lunes a las 9 de la mañana. ¿No es asombroso? 
 Hasta donde yo sé, solo nosotros, como especie humana, tenemos el honor de lograr hazaña tan extraordinaria. Ningún otro animal distingue entre el lunes y el martes. En realidad, ¿cuál es la diferencia? 
 La diferencia es solo una idea, una interpretación, no es nada “material”. Si nos dijesen que el lunes es festivo, eso no ocurriría. Son simples ideas. 
 Nosotros, a través de las ideas, transformamos la sopa de energía de nuestro cuerpo en formas “materiales”, colores, etc. Así que, literalmente, nosotros somos unos creadores. 
 Imaginemos un ejército en movimiento de miles de hombres; el único “yo” en estos hombres es nuestro propio “yo”. Estos personajes, en nuestra mente, se mueven, viven y tienen su ser, y sin embargo no hay nada en ellos, excepto “nosotros”. Si somos capaces de crear un universo en nuestra mente, al igual que el Creador, ambas creaciones son iguales en clase, pero difieren infinitamente en grado. 

Nuestro cuerpo tiene la capacidad de fabricar las drogas más exclusivas que podamos imaginar. Y estas drogas se encuentran en dosis muy precisas en el momento adecuado, en el órgano adecuado. Nuestro Ser contiene todas las instrucciones, y lo único que tenemos que hacer es acceder a esa farmacia. Lo hacemos todos los días, inconscientemente. Si lo pudiéramos hacer un poco más conscientemente, entonces lo amplificaríamos; y luego tendríamos la llamada curación milagrosa. No hay nada de milagroso. Se trata solamente del milagro de ayer, pero la ciencia de hoy.
 El cuerpo está compuesto de átomos. Estos átomos son partículas fluctuantes de energía, apareciendo, desapareciendo, chocando, en una danza eterna de creación. Nuestro cuerpo es, proporcionalmente, tan vacío como el espacio intergaláctico. Ese vacío, no es un vacío de nada, sino que es una plenitud de inteligencia no material que interactúa consigo misma y crea la apariencia física de la materia. 
 Somos Seres que percibimos. Eso es un hecho incuestionable y además es un mandato que nos viene dado. Pero la forma en que percibimos, ese es nuestro milagro y debemos ser conscientes de ello.
  El viejo paradigma dice que el mundo material, el cual incluye a los seres humanos, está compuesto de trozos de materia separados unos de otros, en el espacio y el tiempo. El nuevo paradigma (teoría o conjunto de teorías) que yo les propongo, dice que el mundo no es material y que está compuesto de campos energéticos que provienen de un campo inmanifiesto subyacente. El espacio y el tiempo son parte de este campo.
 En el viejo paradigma, mente y materia son entes separados e independientes. En el nuevo paradigma la mente y la materia son esencialmente lo mismo; la experimentación del campo, subjetivamente, consiste en la mente; y objetivamente en el mundo de objetos materiales. 
 En el viejo paradigma la mente está atrapada en el cerebro, la inteligencia se localiza en el sistema nervioso, en el cuerpo. En el nuevo paradigma la mente no está atrapada en el cerebro ni siquiera en el cuerpo, se extiende mucho más allá del alcance del Cosmos. Es infinita, sin límites. 

 Así consideramos, en Bioenergética, a los seres humanos: seres divinos viviendo una experiencia humana; y como tal los tratamos. 

Muchas gracias. 

(Ver ejemplo de la Ley de Gravitación Universal).

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